Un hombre muy rico pidió a un maestro zen un texto que le hiciese siempre recordar lo feliz que era con su familia.

     El maestro zen tomó un pergamino y con una linda caligrafía escribió:

      «El padre muere. El hijo muere. El nieto muere»

     – ¡Cómo! – dijo furioso el hombre rico – ¡Yo le pedí algo que me inspirase, una enseñanza que fuera siempre contemplada con respeto por mis próximas generaciones, y usted me da algo tan depresivo y deprimente como estas palabras!

     – Usted me pidió algo que le recordara siempre la felicidad de vivir junto a su familia. Si su hijo muere antes, todos serán arrasados por el dolor. Si su nieto muere, será una experiencia insoportable.

     Sin embargo, si su familia va desapareciendo en el orden que coloqué en el papel, se trata del curso natural de la vida. Así, aunque todos pasen por momentos de dolor, las generaciones continuarán, y su legado subsistirá mucho tiempo.

Me temo que nunca conoceré el origen exacto de este pequeño cuento, pero tengo el recuerdo de haber leído alguna de sus múltiples versiones hace muchos años, cuando apenas era un niño. Lo cierto es que cuando lo leí por primera vez no le di demasiada importancia, aunque no pude evitar acordarme de él cuando, muchos años más tarde, personas cercanas a mí tuvieron que pasar por el insoportable dolor que relata. Un dolor que ha cambiado sus vidas para siempre y que nunca terminará de cicatrizar.

Posiblemente la peor tragedia por la que puede atravesar una familia sea la pérdida de un hijo, especialmente durante su infancia o adolescencia, y ahí es donde se sitúa Laberintos. El artista canadiense Jeff Lemire no esconde sus cartas y rápidamente nos sumerge en la vida y la mente de Will Warren, un inspector de obras municipal que está perdiendo el contacto con el mundo y su cordura, incapaz de superar la pérdida de su hija tras una larga (y siempre injusta) enfermedad.

Todo cambia para Will cuando, cada vez más aislado y más perdido en su propio duelo, una extraña llamada telefónica le despierta en mitad de la madrugada: su hija está viva y le pide que la encuentre en el centro del laberinto. ¿Qué significa esa llamada? ¿A qué laberinto se refiere? A partir de este momento emprenderá una aventura que le llevará a recorrer todos los recovecos de la ciudad, y de su propia psique, tratando de seguir el hilo que le lleve al encuentro de su hija.

Jeff Lemire (Essex County, Sweet Tooth, Trillium, Joker, Sonrisa Asesina, …) regresa con este título a su relato más cercano e intimista, siempre apoyado por su ya característico estilo minimalista, pero cargado de expresividad y emoción. A través de sus trazos ásperos y aparentemente imprecisos consigue transmitir dinamismo a la narración y capturar la esencia emocional y psicológica de los personajes, especialmente del protagonista, a través de la exageración de las expresiones faciales y corporales. Si a esto le sumamos el hábil uso del color, generalmente en tonos apagados sobre los que puntualmente se utilizan elementos más vivos para potenciar el contraste y el impacto, Lemire consigue que empaticemos fuertemente con Will y le acompañemos en este viaje de dolor, (des)esperanza y aceptación.

Más allá de sus bondades habituales, Lemire va un paso más lejos y da forma a toda la obra a partir del concepto del laberinto. No solo a través de su acepción literal, convirtiendo el plano de la ciudad de Toronto en un intrincado puzzle lleno de calles, puntos de referencia, callejones sin salida y muros infranqueables; o de su vertiente psicológica, utilizando la idea de laberinto como metáfora poco sutil del estado mental de Will. Lemire va más allá hasta lo puramente formal, recorriendo el laberinto a través de la estructura y maquetación del propio libro, avanzando por sus pasillos con cada página que vamos pasando mientras leemos.

Laberintos llega a nuestras librerías especializadas de la mano de Planeta Cómic y recoge en un único tomo de 264 páginas en tapa dura los cinco números (Mazebook 1-5) en los que se publicó originalmente por la editorial Dark Horse Books entre 2021 y 2022. Como material extra, esta edición contiene todas las portadas originales, así como una colección de portadas alternativas a cargo de artistas de la talla de Dustin Nguyen, Andrea Sorrentino, Matt Kindt o Gabriel Hernández Walta, todos ellos viejos amigos del autor con los que ya había publicado anteriormente. Además de las portadas, también encontraremos un más que interesante texto del propio Jeff Lemire ilustrando y explicando el proceso creativo que había seguido para esta obra, especialmente singular en la carrera del artista canadiense.

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