Reseña: El Roadie (Tim Seeley, Fran Galán, El Torres)

0

Las crónicas de la época coinciden en que Robert Johnson (1911-1938) era un músico bastante mediocre. Cansado y frustrado, decidió apartarse de la música y desaparecer por tiempo. Nadie sabe exactamente qué sucedió durante ese año medio que estuvo apartado del mundo, pero lo cierto es que su regreso marcó el inicio de una meteórica carrera hasta el estrellato, llegando a convertirse el Rey del Delta Blues y a considerarse uno de los primeros precursores del rock’n’roll.

Su temprana muerte a los 27 años en extrañas circunstancias, todavía sin aclarar a día de hoy, le granjeó también el dudoso honor de inaugurar el Club de los 27, formado por celebridades del mundo de la música que fallecieron prematuramente con esa edad (Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Kurt Cobain o Amy Winehouse) y no hizo más que engrandecer todavía más su leyenda. La misma leyenda, alimentada por el propio Johnson, que dice que durante el tiempo que estuvo ausente había vendido su alma al mismísimo diablo en un cruce de carreteras de Mississippi para convertirse en el mejor bluesman que jamás hubiese pisado la tierra.

Más allá de la credibilidad que queramos darle a este tipo de historias, o a otras como los supuestos mensajes ocultos al reproducir algunas canciones al revés, lo cierto es que la música en general, el rock’n’roll en particular y el heavy metal en especial siempre han tenido una relación, ya sea buscada o ya sea impuesta por la parte más rancia y retrógrada de la sociedad, con el satanismo y con lo oculto. El tomo que se pasa hoy por la reserva, El Roadie, tiene algo que decir al respecto.

El guionista norteamericano Tim Seeley (Hack/Slash, Revival) nos sitúa en un mundo en el que esta relación entre el heavy metal y el mundo de los demonios es real, tan real como que durante los conciertos, en los momentos de máxima intensidad y con el público completamente entregado se producen invocaciones a través de las cuales demonios de todo tipo son capaces de entrar en nuestro mundo. Los encargados de tenerlos a raya y devolverlos de vuelta a su mundo son gente como Josef Deseptum – Joe D. para los amigos -, el protagonista de esta historia, que ha consagrado su vida a la música y a la carretera, siempre de gira entre camiones y guitarras con las bandas más importantes de la escena musical. Un roadie en toda regla.

Un buen día Joe, tras un mal polvo, descubrirá no solo que tiene una hija cuya existencia no conocía, sino que además está siendo perseguida por un antiguo y poderoso demonio ávido de poder. Estas circunstancias le llevarán de nuevo a la carretera, en un viaje en el que nostalgia, envidia, terror, heridas abiertas y redención se darán la mano bajo una capa de humor negro (el uso del porno cutre en VHS para realizar invocaciones es absolutamente genial, además de muy divertido) y cambiarán la vida de nuestro roadie para siempre.

Toda la aventura se desarrolla en ese terreno tan fino entre lo costumbrista y lo sobrenatural en el que Seely se encuentra tan cómodo, como ya demostró durante su etapa en Revival, recorriendo todo tipo de garitos y moteles de mala muerte a ritmo de rock’n’roll, heavy metal e incluso, por mucho que le pese a Joe, rap. La historia se toma el tiempo necesario para presentar y desarrollar a los personajes principales, sus miedos y sus motivaciones, otorgándoles un fondo y una tridimensionalidad que conectan y con el lector. La narración, por otro lado, es ágil y dinámica aunque en algunos puntos se acelera demasiado, tal vez algunas páginas más (o, por qué no, un número más) le hubiese sentado realmente bien.

El apartado artístico de esta obra tiene color (nunca mejor dicho) español. El dibujante Fran Galán (Knights Temporal, El Asombroso Spider-Man, Lucky Devil) es el encargado de dar vida a Joe con un estilo que le sienta de maravilla al tono marcado por la historia, en un punto intermedio entre lo realista y lo gamberro, entre lo cutre y lo sexy. El artista sevillano, que también se encarga del color y de las portadas, consigue crear una ambientación en la que prácticamente podemos oír la música a nuestro alrededor, apoyado por la excelente rotulación de El Torres tanto en los diálogos como en las canciones cuyas letras fluyen entre las viñetas.

El roadie se publicó originalmente en el mercado americano a finales del año pasado en 4 números bajo el sello de Dark Horse que acaban de ser reunidos, traducidos y publicados en un único tomo por Norma Editorial en una cuidada edición de 104 páginas en cartoné que incluye los bocetos originales de Fran Galán para el diseño de Joe (muy inspirado en el Jeff Bridges de Corazón Roto) y de Christian como contenido adicional. Todo un homenaje a los roadies, siempre a la sombra de las grandes figuras de la música en una aventura intensa y divertida.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *