Reseña: El Reloj Del Juicio Final (Geoff Johns, Gary Frank)

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Me temo que voy a ser muy poco original si digo, como es el caso, que Watchmenes una de mis obras de cabecera y una de las pocas que todavía releo de vez en cuando. La obra de Moore y Gibbons supuso un antes y un después a nivel artístico y narrativo en el mundo del cómic en general, pero especialmente en el mundo superheroico, poco acostumbrado a la profundidad de la propuesta.

 

Su particular estructura narrativa y tratamiento de los personajes, así como su concretísimo contexto histórico y sociopolítico y, por qué no decirlo, las reticencias de su creador original unidas a la alargada sombra de las expectativas habían colocado a franquicia en una posición incómoda dentro de la estructura de DC: un altísimo potencial acompañado por un enorme riesgo de fracaso tanto crítico como comercial. No en vano, en 2012 DC ya se atrevió con el lanzamiento de Before Watchmen, una serie de precuelas firmadas por algunos de los mejores autores del momento (Darwyn Cooke, Brian Azzarello, J. Michael Straczynski…) con irregulares resultados.

 

Con estos antecedentes y con unas expectativas tan altas… ¿qué pensarías si alguien te dice que no solo se va a publicar una secuela de Watchmen, sino que además esta secuela va a redefinir completamente toda la continuidad del Universo DC? Toma ya. Debo reconocer que mi primera reacción fue de cierta desconfianza, de pensar que alguien en DC se había venido demasiado arriba y que no había manera humana de que algo así pudiese salir bien…

 

No sabéis cuánto me alegro de haberme equivocado en mi prejuicio. Porque El Reloj Del Juicio Final no solo ha superado con creces mis expectativas, sino que además me ha parecido una de las obras más ricas e interesantes de los últimos años. La obra, publicada originalmente en 12 números entre noviembre de 2017 y diciembre de 2019 está situada justo a continuación del one-shot especial Universo DC: Renacimiendo y su historia arranca siete años después del final del Watchmen original.

 

Al conocerse la verdad sobre los acontecimientos sucedidos al final de la obra de Moore gracias a la publicación del diario de Rorschach, el mundo de Watchmen vuelve a estar, una vez más, en serio peligro. Empeñado en salvarlo, Ozymandias traza un nuevo plan que le llevará al Universo DC en busca del desaparecido Dr. Manhattan. En su misión estará acompañado por la nueva encarnación de Rorschach, así como por Mimo y Marioneta, dos nuevos personajes con los que rápidamente conectaremos y que por derecho propio se han convertido en uno de los grandes aciertos de esta serie.

 

Geoff Johns rápidamente se encarga de dejar claro que El Reloj del Juicio Final no es la secuela de Watchmen que muchos esperaban (y otros temían) sino más bien una historia fundacional del Universo DCque se vale de los carismáticos personajes de Watchmen para utilizarlos como catalizadores del renacimiento prometido, reivindicando la figura de Superman como centro y corazón de todo su multiverso.

 

Aunque no se trate de una secuela propiamente dicha, la sombra del Watchmen original está presente en todas las páginas de este volumen. Literalmente. El Reloj del Juicio Final mantiene esa estructura de nueve paneles por página tan característica de la obra de Moore y Gibbons, incluyendo la repetición de la portada en el primer panel, así como el uso de diversos materiales adicionales al final de cada número que enriquecen y complementan la narración. Más allá de lo formal, también encontramos similitudes en cuanto a su carga política y social y en su aspecto narrativo, especialmente en el tratamiento omnitemporal del Dr. Manhattan o en la inclusión de una vieja película de cine negro entre las viñetas como si fuese su propia Fragata Negra. No será una secuela, pero sí podemos hablar de un respetuoso homenaje al material original.

 

El dibujo de Gary Frank merece un capítulo aparte. No solo está a la altura de la historia planteada por Johns, sino que la amplifica y mejora en cada viñeta. La narración, cimentada en unos expresivos primeros planos, fluye de una manera tremendamente dinámica. Sus personajes, detalladísimos, son presentados mediante un retrato reconocible, sobrio y atemporal que encaja perfectamente con el tono de la obra. Su trabajo está perfectamente complementado por el color de Brad Anderson, que sabe crear en todo momento la atmósfera que la narración necesita.

 

ECC ha recopilado los 12 números que componen la serie en un único volúmen de más de 450 páginas a todo color en tapa dura que hace justicia a la entidad de la obra. Y la verdad es que se agradece una edición de calidad, sobre todo teniendo en cuenta que más de una vez sentiremos la necesidad de volver a algún capítulo anterior para ir encajando las distintas piezas de la narración mientras continuamos avanzando. Además, y a modo de extras, encontraremos también una galería de portadas alternativas así como unas pequeñas fichas de sus autores.



 

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