Reseña: Dominio público (Chip Zdarsky)

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Cuando tenemos un cómic en la mano por primera vez, nuestro primer contacto suele ser con su portada. Algunas veces nos basta con esa portada para experimentar un flechazo y sentir la necesidad de adquirirlo inmediatamente, pero lo habitual (por aquello tan manido de no juzgar un libro por su cubierta) es que justo a continuación vayamos a la contraportada para leer una pequeña descripción y hacernos una idea de qué nos vamos a encontrar en su interior. Dominio público es la excepción.

CHIP ZDARSKY es el cocreador y dibujante de SEX CRIMINALS para Image Comics. También es el guionista de títulos como THE WHITE TREES, NEWBURN y KAPTARA para Image Comics y AFTERLIFT y THE ALL-NIGHTER para Comixology

Es el propietario de los derechos de dichas obras junto con sus colaboradores artísticos.

Y no es que Dominio público no tenga una portada atractiva o una contraportada descriptiva, diseñada para captar nuestra atención y convencernos para comprarlo si no que, por una vez, el elemento más importante, ese que mejor describe a la obra, es este pequeño texto que podemos encontrar en la última página. Sí, esa página con montones de nombres, términos legales y símbolos de copyright que viene en todos los cómics y que habitualmente nos saltamos sin ningún miramiento. Y es que, si tenemos que quedarnos con una única tesis después de leer Dominio público, es que los cómics deberían pertenecer a sus autores.

El punto de partida de la historia que plantea el canadiense Chip Zdarsky, que parece coleccionar premios Eisner (5) y Harvey (4) como el que colecciona botellines de cerveza, es una historia que seguramente nos suene… porque es tan real que duele. Nuevo estreno cinematográfico de una multimillonaria franquicia superheroica destinada a romper todos los récords de taquilla. Merchandising, cosplay, videojuegos… Miles de millones directos a las arcas de la editorial y a los bolsillos de sus directivos… mientras el creador original del cómic malvive sin recibir más que las migajas.

Esto es lo que históricamente ha sucedido con todos los cómics y personajes creados en una época en la que guionistas y dibujantes no eran dueños de sus propias creaciones y esto es, precisamente, lo que vamos a encontrar en Dominio público. En este primer volumen de la serie, titulado Errores del pasado, Zdarsky nos presenta a Syd Dallas, creador de El Dominio, que desgraciadamente ha vivido esta situación en primera persona. Impulsado por las deudas de su hijo Miles, escritor frustrado que siempre ha despreciado el trabajo de su padre, acabará enfrentándose a la todopoderosa empresa responsable de todos sus problemas. Una historia de David contra Goliat de esas que tanto nos gustan y en la que, como no puede ser de otra manera, terminaremos tan metidos que celebraremos las pequeñas victorias y lamentaremos todos los reveses recibidos tanto o más que sus protagonistas.

Es posible que el apartado artístico, ya desde la propia composición de los cuadros en las páginas, nos resulte poco arriesgada, con viñetas poco dinámicas y colores planos. Y es que Zdarsky no pretende únicamente narrar, sino además explicar y describir con todo lujo de detalles muchas de las dinámicas habituales en el ámbito de los grandes grupos editoriales, y el estilo elegido le sienta como anillo al dedo para poder hacerlo. Por otro lado, es un estilo ideal para ser reproducido en pantalla… lo cual tiene todo el sentido del mundo si tenemos en cuenta que Dominio público se publica originalmente en formato webcomic a través del substack del propio Zdarsky.

La versión en papel del primer arco de Domino público, publicada en Estados Unidos por Image Comics, llega ahora a España de la mano de Planeta Cómic, que nos trae una edición sencilla en tapa dura, sin más extras que la galería de portadas (también del propio Zdarsky) de los 5 números recogidos en el tomo. Una obra que, por la relevancia de lo que cuenta y por la maestría con la que lo cuenta, viene con la vitola del premio Eisner (sí, otro más para la colección) a la mejor serie nueva de 2023 y que no deberíamos dejar escapar. Quién sabe, a lo mejor a partir de este cómic empezamos a no saltarnos la página de los nombres y a fijarnos más en todas las personas que hacen que los cómics sean posibles.

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