Reseña: Creepshow (Stephen King y Bernie Wrightson)

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Creepshow, la película, fue estrenada cinco años antes de que yo naciera, pero recuerdo alquilarla muchísimas veces durante mi infancia, junto a su segunda parte. Las recuerdo con aquella mezcla de horror y humor que tanto los caracterizaba, pero siendo sinceros, con mi corta edad pesaba más el terror que la risa: esos muertos que volvían a la vida para vengarse, ese triste personaje (interpretado por Stephen King) que se volvía en un monstruo recubierto de hierba, aquella masa amorfa que devoraba a unos jóvenes inconscientes que se bañaban en una balsa… En fin, diversión un tanto masoca para un niño que quedaba fascinado ante un espectáculo tan grotesco.

Por ello, tener entre mis manos la adaptación a cómic que realizó en 1984 Bernie Wrightson es un absoluto regalo: Planeta Cómic nos regala la posibilidad de volver a disfrutar de este maravilloso cómic de terror que nos retrotrae a aquella maravillosa publicación que era Creepy, en la década de los cincuenta, y que tuvo que cerrar su cripta por culpa del puritanismo, quien echó las culpas de la delincuencia juvenil a este tipo de cómics. Para todos aquellos que con el tiempo hemos podido acceder, de una manera u otra, a esta publicación se nos dibuja una sonrisa en el rostro con Creepshow. Y ya no sólo por su maravilloso dibujo y color, que nos devuelve a la edad dorada de Creepy, sino por la posibilidad de volver a gozar con las historias que en pantalla pudimos ver dirigidas por George A. Romero, el reputadísimo director de cine de terror… y escritas por el no menos excelso Stephen King, padre del terror contemporáneo e incansable narrador. Una dupla que por sí sola ya puede atraer a todos los fans del terror literario y cinematográfico pero que además contaba con la nostalgia de la publicación de EC Comics como respaldo para saber qué nos deparaban. Vamos, una joya imprescindible para los amantes del cine, la literatura y el cómic.

Aquellos que ronden la treintena, como servidor, se pueden hacer una idea de qué nos depara este Creepshow: cinco breves historias de terror en el que el cinismo y la misantropía se dan la mano con Creepy como anfitrión de cada historia y como narrador y comentarista de cada una de ellas. Entre ellas nos podemos encontrar la lovecraftiana «La solitaria muerte de Jordy Verril»: un meteorito cae en las propiedades de un granjero que, maravillándose de los beneficios que recibirá al venderlo, no es consciente de los peligros que conllevará tocarlo. Quizás la más divertida de ellas sea «El día del padre»: llegamos a detestar tanto a sus personajes que no podemos más que aplaudir cada una de las desgracias que les acontece con la aparición de un vengativo padre. Algo parecido ocurre con el odioso protagonista de «La invasión de las cucarachas», un ser despreciable que no hace más que escupir obscenidades y que, finalmente, se verá anegado de manera poco metafórica por ellas.

Sobre esta obra planea la alargada sombra de la misantropía, cierto, pero también la de cierta misoginia: tanto el relato «La caja» como «La marea» son dos ejemplos claros de esto. En el primero, el personaje secundario Wilma, la mujer del protagonista, se muestra como una mujer manipuladora, que cuestiona incluso la virilidad de su marido y que es cruelmente castigada por su comportamiento. Por otro lado, «La marea» es un relato en el que un marido mata a su infiel esposa y al amante de esta con un sadismo extremo pero en el que llama la atención que sea la muerte del amante la que reclame más atención, justificando, de manera indirecta, que el castigo hacia la mujer es en cierta medida merecido. Todo, ya os digo, bajo el paraguas de la misantropía que caracteriza a este tipo de publicaciones.

Sea como fuere, servidor a disfruto como un niño pequeño con esta obra que, además, viene en una edición preciosa de tapas duras, con un dibujo a todo color y una pequeña postal que encandilará a los nostálgicos. Aunque, no nos engañemos, es una obra plenamente disfrutable a día de hoy, con mucha mala baba, con sus notas de sadismo, tortura, asesinato, personajes detestables, venganzas retorcidas… Tan desagradable y guasón como su maestro de ceremonias, Creepy.

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