Sigo diciendo que es sorprendente ver cómo los mangakas son capaces de coger cualquier tema, por sencillo e intrascendente que pueda parecer, y crear una obra redonda. Sí, incluso de ir de acampada: hablar de sacos de dormir, tiendas de campaña, electrodomésticos útiles, recetas sencillas… todo lo que envuelve al acto de acampar y que explicado por mí parce aburrido de narices, Afro lo coge y compone un manga sin grandes ambiciones pero que es capaz de calentar el corazón de cualquier, aunque lo tengas de piedra. Porque las andanzas de la solitaria Rin y la calamitosa Nadeshiko no están repletas de giros de guion, romances, misterios ni nada por el estilo. Sino, más bien, de esos espacio vacíos, tranquilos, en los que no transcurre nada, pero en los que una simple taza de café caliente puede llenar de sentido y felicidad ese instante, esa vida.

Yuru Camp es una loa a la vida tranquila, lejos del mundanal ruido y del ajetreo diario, alejada de las prisas y complicaciones de la vida diaria: Afro quiere darnos un lugar de paz y tranquilidad, repleta de pequeños detalles escondidos en un amanecer, un lago, una parrillada, una fotografía realizada al anochecer. Lo fugaz y efímero: ese es el núcleo de esta obra que en esta segunda entrega asienta aún más el tono y estilo y nos regala el tiempo de la espera, ese paso suspendido entre un acontecimiento y otro. Un obsequio al alcance de muy pocos.

En esta ocasión, nos vamos al altiplano de Takabocchi, el parque Fuefuki y el lago Shibire durante la temporada de invierno para acampar en tres espacios muy diferentes que nos van a mostrar estampas impresionantes que nos van a dejar con muchas ganas de estar allí. Y, sobre todo, nos van a dejar con mucho frío, un elemento muy presente en este número y que nuestras protagonistas van a combatir con bebidas bien calientes, muchos calentadores y unos sacos de dormir bien pertrechados. Hay que destacar que el tono eminentemente didáctico que caracterizaba el primer tomo pierde relevancia en favor de las protagonistas y sus historias: algo muy de agradecer porque, aunque interesante y bien introducido, el aspecto informativo de la obra era lo que más podía echar atrás a los lectores. Las vicisitudes de Rin y Nadeshiko ganan enteros en un volumen más preciosista y equilibrado que el anterior.

Sin duda, el estilo visual no será del agrado de todos (sencillo, naif, chibi), pero funciona a la perfección con el tono de la obra y alguna imágenes son sencillamente preciosas. El segundo volumen de Yuru Camp, pues, es una clara muestra de lo que Afro quiere dar al lector: una obra que nos habla al oído, casi entre susurros, sobre esos momentos intrascendentes que, en realidad, son los más importantes.  

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