Reseña: Yuru Camp, vol. 1 (Afro)

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De todos es bien sabido que los japoneses son capaces de hacerte un manga sobre cualquier cosa: ¿os gusta la comida? Pues hay dos mil mangas sobre comida. ¿Os apetece uno centrado en el ping pong? Aquí tiene usted. ¿Os tiran más, qué sé yo, las ciencias forenses? Pues también tenéis mangas sobre eso. Y cuando pensaba que no podrían sorprenderme con nada más, llega Yuru Camp, el maga de Afro, centrado en, ni más ni menos, las acampadas. Tema que, por cierto, me encanta. No lo practico, al menos en la actualidad, pero siempre me han gustado sobremanera las acampadas, incluso sin tiendas de campaña. Es una sensación de libertad, de amplitud y de sobrecogimiento. Un sentirse expuesto ante la fascinante naturaleza del entorno. Esto lo sabe recoger y plasmar perfectamente Afro a la hora de crear el guion y dibujar las viñetas de Yuru Camp, una obra que a día de hoy consta de 14 volumenes y que sigue expandiéndose tanto en el anime (con serie y OVAs) como en el mundo de los videojuegos (sí, existe uno de realidad virtual en el que podemos acampar en el Lago Motosu, por ejemplo, y encontrarnos con las protagonistas y otros personajes). Así que si dudabais de si este tipo de temática tiene tirada, ya podéis ver que sí.

Lo cierto es que el tema es francamente exótico, no lo pondremos en duda, pero Afro se las sabe apañar más que bien a la hora de poner de relieve los dos valores fundamentales de la obra: por un lado, el encanto de sus protagonistas. Rin es una joven estudiante que disfruta de la soledad y de acampar sin compañía, parca en palabras y en emociones. A diferencia de Rin, Nadeshiko es una chica extrovertida que acaba de mudarse desde Shizuoka a Yamanashi. Ambas se encontrarán a los pies del Monte Fuji para admirar sus vistas y, quién sabe, si ver cómo se inicia una larga amistad. Por otro lado, Yuru Camp, más allá de explicar la historia de Rin y Nadeshiko, es una suerte de manual de acampada. Afro no escatima en detalles necesarios para ilustrar dicho arte: desde diferentes tipos de tienda, pasando por los sacos de dormir y los espacios donde acampar. Todo tiene cabida en este manga para que todos aquellos que nos empapemos de su lectura tengamos ganas y sepamos cómo acampar.

Y lo sorprendente es que lo hace con una sencillez y preciosismo inigualables: el ritmo del manga, no nos engañemos, es lento. La historia de cómo se gesta el Club de actividades al aire libre se toma su tiempo, al igual que el mangaka a la hora de explayarse en las sensaciones y emociones que sugieren un amanecer o atardecer durante una acampada. Tiene magia, encanto y un estilo pulido, sencillo, cautivador y exquisito que rehuye de un estilo recargado para acercarse a las líneas puras y prístinas de la naturaleza.

Yuru Camp, de buenas a primeras, no parece un manga para todo el mundo: su temática es demasiado específica para atraer a un gran público. Pero a la mínima que os dejéis atrapar por su dibujo e historia, vais a poder disfrutar de una obra que os ayudará a desconectar de la vida urbana y os dará ese espacio para poder admirar la belleza de las pequeñas cosas, de los momentos íntimos en los que parece no ocurrir nada, pero en los que puede ocurrir todo. Quiero el segundo volumen ya.

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