Reseña: Alimañas #1 (Nokuto Koike)

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Posiblemente, a cualquiera que se haya acercado a hojear Alimañas, de Nokuto Kokike, le habrá venido a la mente uno de los mejores mangas de terror que se hayan escrito jamás: Dragon Head, de Minetaro Mochizuki. En aquel, seguíamos los pasos de unos jóvenes estudiantes que quedaban atrapados en el metro tras un gran terremoto, sin saber que, en el exterior, el fin del mundo había acontecido. Aquí, en Alimañas, partimos, más o menos, de la misma premisa: un grupo variopinto de personas queda atrapado en el metro sin saber, exactamente, qué ha ocurrido. Pero, allí donde el terror de Mochizuki, al menos en sus compases iniciales, quedaba impregnado por un cierto hálito lovecraftiano, aquí nos encontramos con un horror mucho más visceral, físico, corpóreo: la aparición de alimañas gigantes que impedirán la fuga de este grupo y que los irán diezmando, poco a poco, para saciar su voraz apetito.

Alimañas es una apuesta, cierto, por el horror más descarnado, aquel que remite al gore y a la violencia más física, pero no deja de señalar que, si estos personajes están, en un sentido metafórico, en el infierno, lo están, más exactamente, por quienes los acompañan. El infierno es el otros, que diría Sartre. Y, sin duda, este manga lo ejemplifica perfectamente: la supervivencia puede sacar lo mejor y lo peor de cada uno. Puede hacer que florezca la solidaridad, pero también puede hacer más evidente el egoísmo del ser humano. Dos vertientes que se verán reflejadas en esta obra y que serán uno de los pilares de, al menos, este primer volumen.

El otro pilar, claro está, son esas bestias que tienen un diseño extraño y, sobre todo, muy desasosegante: el acierto está, creo yo, en mostrarnos sin hacerlo explícito, gracias a esa armadura (tienen un diseño alucinante) que portan y que generan tantas dudas como temor. Son duda, el dibujo raya a un gran nivel, con algunas composiciones repletas de detalles tan espeluznantes como hipnóticos.

Así pues, Alimañas, editado por ECC, es una apuesta segura para aquellos que tangan ganas de pasarlo mal: una trama que deja con ganas de más, un dibujo muy notable con un diseño de monstruos curioso y efectivo y una galería de personajes a los que odiaremos y amaremos. Eso sí, ahora coger el metro da un poquito más de miedo.

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