Reseña: Universo Sandman – País de Pesadillas – La Casa de Cristal (James Tynion IV, Lisandro Estherren, María Llovet)

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Hace unos meses traíamos la reseña de Universo Sandman: País de Pesadillas a este mismo espacio, destacando el gran trabajo de James Tynion IV y Lisandro Estherren para seguir construyendo nuevas historias dentro del inabarcable mundo de un Sandman post-Gaiman. Si algo hizo realmente bien esta obra fue equilibrar el peso de nuevos personajes y amenazas con el de otros personajes clásicos de la franquicia, tan carismáticos como poco aprovechados dentro de este particular universo.

Fue una más que agradable sorpresa volver a encontrarnos con personajes como el Corintio o la bruja Tesalia, que también tuvo su protagonismo en Universo Sandman: Los Detectives Muertos, formando parte de la historia inconclusa de Madison Flynn y el enigmático hombre sonriente. El impactante final con el que terminaba País de Pesadillas parecía señalar hacia una más que probable continuación… que por fin tenemos en nuestras manos.

Al comienzo de Universo Sandman: País de Pesadillas – La Casa de Cristal parece que nos encontramos ante una nueva historia, tangencialmente relacionada con la anterior pero separada. Sin embargo, rápidamente irán apareciendo elementos familiares que no tardarán en sacarnos de nuestro error. Muy hábilmente, casi sin que nos demos cuenta, La Casa de Cristal teje una red que recoge todo lo que se había sembrado en la entrega anterior y la hace crecer de una manera increíble, llevándola a los pies de los mismísimos Eternos y su interminable (y casi siempre pueril) lucha fratricida por el poder y el reconocimiento. Qué personajes son simples peones y qué personajes tienen el poder para cambiar las cosas es algo que tendremos que descubrir sumergiéndonos en el infierno mundano que nos propone Tynion.

En esta nueva entrega dejaremos de lado el pequeño y mundano entorno de Madison Flynn para adentrarnos en el lujo desbordado y amoral de las altas finanzas y la fachada de glamour vacuo de la producción cinematográfica, formando un triángulo de depravación junto con un club nocturno demoníaco capaz de satisfacer los más oscuros deseos de sus visitantes… por un módico precio, por supuesto. Conoceremos a Max, un ambicioso pero inseguro aspirante a tiburón financiero que no tardará en enfrentarse a una decisión imposible de la que solo podrá salir a través de una forzada e improbable alianza con una gata parlante, un Corintio sin capacidad de matar y la bruja Tesalia. ¿Serán capaces de detener una amenaza en ciernes que ni siquiera son capaces de comprender?

Esta nueva entrega rompe con el planteamiento de País de Pesadillas de intercalar flashbacks y pequeños insertos ilustrados por diferentes artistas que le sentaba tan bien, quedando el argentino Lisandro Estherren como único responsable del dibujo. En esta ocasión depura más si cabe el estilo onírico y nebuloso, tornándose un punto más oscuro y retorciéndose hacia lo grotesco conforme la historia hace lo mismo.

La única que repite, aunque lo hace con un one-shot (The Sandman Universe Special: Thessally) enlazado con, pero fuera de, la historia principal es María Llovet, que nos regala una pausa en camino para conocer mejor a Tesalia y su historia, así como para mostrar el lugar que la bruja ocupa en todo este entramado al que fuerzas cada vez más poderosas se suman conforme van pasando las páginas. Todo a través del dibujo tan característico del que suele hacer gala y que aquí vuelve a brillar.

En Sandman: País de Pesadillas – La Casa de Cristal ECC Ediciones, a través de su sello DC Black Label, recoge los 6 números de esta segunda serie así como el mencionado especial de Tesalia. Si al finalizar el primero ya nos quedamos con ganas de más ahora Tynion, que abre más preguntas de las que responde, no se corta y termina directamente con un “Continuará…” que nos va a dejar con el aliento contenido durante unos cuantos meses. La edición, con tamaño de cómic americano, tapa dura y 208 páginas a todo color, incluye además las habituales portadas originales de Reiko Murakami, una colección de portadas alternativas firmadas por artistas de la talla de Rafael Albuquerque, Yoshitaka Amano o el colorista Patricio Delpeche.

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