Reseña: El hermano pequeño (JeanLouis Tripp)

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Muerto…

Sabemos qué quiere decir la palabra.

Pero no lo entendemos.

No podemos entenderlo.

Por norma general suelo leer siempre en casa, en un sillón cerca de la ventana para aprovechar la luz al máximo, y con una pequeña lámpara al lado para poder hacerlo por la noche. Me siento en ese sillón y me dejo llevar por las páginas que tengo delante, por la aventura, la emoción o la acción trepidante de cada lectura. Con El hermano pequeño, sin embargo, la experiencia ha sido muy distinta…

La lectura de este libro me pilló de viaje, en una escapadita de fin de semana. El domingo por la mañana mi mujer había quedado con una amiga que hacía tiempo que no veía y el pronóstico del tiempo amenazaba lluvia, así que me pareció buena idea dedicar esa mañana a la lectura en una cafetería bastante agradable que había encontrado al lado de un parque. ¿Suena bien, no? En mi cabeza, desde luego. En la práctica… no se yo.

Sabía, por la pequeña sinopsis de la contraportada, que El hermano pequeño podía ser una lectura intensa, pero no estaba preparado para romper a llorar ya desde las primeras páginas. Imaginad la estampa: un señor con barba ya canosa y un libro en la mano tratando de contener las lágrimas en mitad de una cafetería bastante concurrida. Ojos enrojecidos, cara desencajada, kleenex en mano… ¿Qué hago? ¿Sigo leyendo? ¿Si ya estoy llorando en la página 20, qué va a pasar con el resto?

Cerré el libro. Cogí aire y pensé en el espectáculo que podía estar dando, en la vergüenza que estaba pasando en ese momento. Pensé en levantarme y marcharme de allí, en guardar lectura para la seguridad de mi sillón. Pero por otro lado quería continuar con la lectura, sumergirme más en la potente historia de JeanLouis y su familia. A la mierda, voy a seguir leyendo. Que piensen lo que quieran, me da igual. Además, en esta ciudad no me conoce nadie…

No voy a detallar lo que pasó durante las siguientes 300 páginas, pero podéis imaginar que el espectáculo debió ser dantesco. Al voltear la última página y cerrar el libro, creo que ya no me quedaban más lágrimas que verter. Y sin embargo estaba feliz. Feliz por la excelente lectura que había terminado, pero también feliz por haber tomado la decisión de seguir leyendo sin importarme lo que el resto de parroquianos pudiese pensar de mí. Recogí mis cosas, pasé por el aseo para recomponerme un poco y, con toda la dignidad que me quedaba y una sonrisa de satisfacción en mi boca, pagué la consumición y me fui de allí.

El hermano pequeño es un relato autobiográfico acerca de uno de esos momentos que, irremediablemente, marcan tu vida y la cambian para siempre. Una historia que JeanLouis Tripp (Métal Hurlant, Magasin Général) ha necesitado madurar durante casi 50 años antes de sentirse preparado para plasmarla en las páginas de un cómic. Y es que nada puede prepararte para sufrir la pérdida de un hermano, de tu hermano pequeño, en unas circunstancias como las que se relatan aquí.

Hace unos meses traíamos la reseña de Laberintos (Jeff Lemire) que también hablaba, con una sensibilidad extraordinaria, acerca del duelo tras la pérdida de un ser cercano (en este caso, una hija) a una edad a la que nadie debería morir. Sin embargo, mientras Laberintos se centraba en lo psicológico y en el proceso de superación del duelo. El hermano pequeño nos agarra de la mano y nos arrastra por todas las etapas del suceso obligándonos a vivir, junto al autor, el momento del accidente, las tensas horas en el hospital, el traslado fúnebre, el funeral, incluso el juicio contra el responsable material del accidente… en un relato poderosamente mundano y doloroso, en las antípodas del simbolismo de Lemire. Por si esto fuera poco, Tripp añade al relato un profundo sentimiento de culpa, cuyo peso se siente en todas y cada una de sus 344 páginas, especialmente plasmada en una imagen recurrente que nos acompañará a lo largo de toda la obra.

Esta narración tan pormenorizada, casi quirúrgica, requiere de un dibujo igual de preciso y detallado que sea capaz de trasladamos al interior de las viñetas. Y Tripp lo consigue con excelencia tanto en los planos generales, más descriptivos, como sobre todo en los más cercanos, cargados de emoción y de muchas lágrimas. Al gran trabajo en los lápices hay que sumarle un inspirado uso del color, en tonos apagados puntualmente salpicados de colores más vivos, siempre al servicio del discurso.

Publicado originalmente en Francia por Casterman, El hermano pequeño llega a nuestras librerías habituales de la mano de Norma Editorial en una edición rústica con solapa de 344 páginas en gran formato que lo hace mucho más manejable que otras obras de extensión similar en cartoné. En esta ocasión no se incluye ningún tipo de material adicional, más allá de un pequeño texto del propio autor en el que comenta sus circunstancias y motivación para enfrentarse a una obra así en este momento de su vida. Una obra que, si bien puede no ser apta para todo el mundo, sin duda dejará huella en todos los que nos acerquemos a ella. Eso sí, igual es buena idea no hacer como yo y disfrutarla en casa, en nuestro sillón favorito 🙂

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