Reseña: El accidente de caza, una historia real de delincuencia y poesía (David L. Carlson, Landis Blair)

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Una de las películas que más me impactaron durante mi adolescencia fue Impulso Criminal (Compulsion, Richard Fleischer, 1959), un thriller judicial en blanco y negro que nos contaba la historia de dos jóvenes universitarios, de familia acomodada y extraordinario intelecto, que desde la más absoluta falta de empatía y con el único objetivo de mostrar su superioridad intelectual deciden cometer el homicidio perfecto tomando como víctima a un muchacho inocente con el que no les unía ninguna relación.

Sin embargo, la ejecución no fue tan perfecta como les hubiese gustado y la pareja de asesinos terminó detenida, juzgada y condenada a cadena perpetua… y 99 años más. Recuerdo especialmente el alegato final de su abogado, interpretado por un Orson Welles en estado de gracia, gracias al cual consiguieron esquivar la pena de muerte que todo el mundo daba como segura.

En aquel momento, y más allá del impacto inicial que me produjeron tanto su propuesta como el perfil de sus protagonistas, no le di mayor importancia. A fin de cuentas, se trataba de una buena película clásica de ficción más, a sumar a la larga lista de buenas películas producidas a lo largo de la historia del cine. Y así se hubiese quedado en mi memoria si no hubiese sido porque, años más tarde, descubrí que aquella terrible historia distaba mucho de ser únicamente el fruto de la imaginación de su guionista.

¿Cuántas veces hemos oído aquello de que la realidad supera la ficción? Aunque por cuestiones legales la película cambiaba los nombres de todos los personajes y alteraba ligeramente otros elementos para darle un carácter más cinematográfico, lo cierto es que Impulso Criminal nos estaba contando la historia de Nathan Leopold y Richard Loeb, dos jóvenes acaudalados y superdotados (se estima que Leopold tenía con cociente intelectual de 210) que, influenciados por la idea del superhombre de Nietzsche, decidieron cometer el crimen perfecto con la intención de quedar impunes.

El caso dio pie no solo a este Impulso Criminal sino también a otras películas (como la célebre La Soga de Alfred Hitchcock), documentales, libros, obras de teatro, incluso a un galardonado musical. Casi podemos decir que lo único que faltaba era una versión en cómic. Hasta que El accidente de caza, una historia real de delincuencia y poesía, firmado por el guionista David L. Carlson y el ilustrador Landis Blair, ha llegado para cubrir ese hueco… y mucho más.

Y es que El accidente de caza va mucho más allá de la historia tantas veces contada. Tanto es así que pasa de puntillas sobre el asesinato, sobre el juicio y sobre la sentencia, centrándose en los años que Nathan Leopold pasó en la cárcel de Stateville tras la muerte de Richard Loeb, acuchillado por otro preso en las duchas de la prisión.

Nunca serás libre a menos que te liberes de la prisión de tu mente.

Y es ahora, amigo lector, cuando llega el girito en la reseña. Y es que, tras esta larga introducción, llega el momento de decir que no. Que realmente El accidente de caza no quiere hablarnos una vez más sobre Nathan Leopold, sino contarnos la fascinante historia de Matt Rizzo, un afable intelectual que dedica sus horas a escribir poemas épicos en Braille y que, según cuenta a su hijo Charlie, perdió la vista en en accidente de caza en su juventud. Aunque pronto sabremos que nada es lo que parece…

No quiero contar mucho más sobre la trama para no estropearle a nadie el placer de descubrirla por sí mismo. Pero sí puedo decir que es una historia apasionante, narrada con brillantez y agilidad como si de una novela río se tratase, a través de múltiples capas en las que acompañando a Matt Rizzo y a su particular Virgilio recorreremos los círculos del Infierno de Dante en su largo camino en busca de un improbable Paraíso. En el camino surgen temas como la lealtad, la culpa, la violencia, el miedo, el suicidio, la traición, la homosexualidad, la esperanza o la redención, hilados de una forma madura y extraordinariamente bella por un David L. Carlson en estado de gracia, tras más de dos años de documentación y redacción.

A los lápices se encuentra el dibujante Landis Blair, que pese a ser su primera incursión en la novela gráfica y a la ambición y envergadura de un proyecto titánico como este, eleva la calidad de la obra hasta alcanzar cotas de obra maestra. En un potente blanco y negro y con un estilo que, a mitad de camino entre Robert Crumb y el Craig Thompson de Habibi, Blair consigue encontrar una identidad propia y moldear la intrincada estructura de capas y emociones propuesta por Carlson con un altísimo nivel de detalle y aprovechando todas las posibilidades narrativas que el medio cómic puede ofrecer. Todo ello desplegado a lo largo de casi 500 páginas y 3 años de duro trabajo que no nos dejarán indiferentes.

Publicado originalmente de manera bastante discreta en 2017 y alejado de los grandes medios, no alcanzó el reconocimiento de la crítica hasta que el año pasado se alzó con el gran premio en el Festival d’ Angoulême 2021. Planeta Cómic ha sido la encargada de traducir y publicar en nuestro país esta joya del noveno arte en una cuidada y voluminosa edición en tapa dura que no deberíamos dejar escapar bajo ningún concepto.

No exagero al decir que El accidente de caza está entre lo mejor que he leído nunca y que, desde el mismo momento en el que volteé su última página no he parado de recomendarlo a todo aquel que me quisiese escuchar. Y aquí no voy a hacer una excepción. Así que no perdáis el tiempo y haceos un favor: dejad lo que estéis haciendo y corred a por este libro antes de que se agote. De nada.

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