Lo que más me gusta de la ciencia ficción es que ojear una buena obra de este género es como echar un vistazo, bastante fiable, al futuro. Decía el bueno de Arthur C. Clarke que “lo que hoy empieza como novela mañana terminará como reportaje”, y que razón tenía. La electricidad, los motores a reacción, el vuelo espacial o cualquiera de las comodidades tecnológicas que disfrutamos con vivaracha cotidianidad hoy día comenzó siendo el  sueño de un escritor hace décadas. Por eso leer una novela gráfica como Centarus nos deja un regusto trágico. No por su desenlace, feliz o amargo eso que lo descubra el lector,  si no por la presentación de una realidad  futura que se cimienta en hechos y situaciones que estamos viendo en nuestros días.

En Centaurus la humanidad ha tenido que dejar atrás la Tierra. Agotada de recursos y sin capacidad para sostener más la vida, el ser humano ha tenido que dejar tras de sí una yerma roca a la que antes le llamaba hogar. En un viaje que cientos de años, la humanidad recorre el vacio y frio espacio en una colosal nave planeta rumbo a Vera, el único planeta capaz de alberga la vida que el ser humano ha podido encontrar. Un destino, en principio paradisiaco, situado en la constelación de Centauro. Pero como toda buena obra de ciencia ficción no todo es lo que parece y este soñado nuevo edén está lleno de peligros y secretos.

El guion sale de la mente de Luis Eduardo de Oliveira (Leo), autor muy conocido entre los amantes de la ciencia ficción. Un argumento que va tomando fuerza poco a poco y que consigue mantenernos atentos a una historia bastante intrigante, casi, en todo momento. Esto lo consigue gracias a que el relato se estructura en dos grandes tramas que se van intercalando. Por un lado tenemos el descenso de un grupo de exploradores al nuevo planeta para reconocerlo y comprobar si puede ser cuna de esta nueva humanidad. Durante este hilo de la historia conoceremos este planeta Vera e iremos descubriendo los inquietantes secretos que encierra sus frondosos bosques. Esta es la parte de la novela que más se disfruta ya que estamos ante una space opera  que recuerda mucho a aventuras pulp como Flash Gordon o John Carter.

Por otro lado tenemos la trama que se desarrolla en la nave, donde Leo nos retrata de manera bastante acertada una humanidad nómada que lleva surcando el espacio durante cientos de años y está deseosa de llegar a un nuevo hogar al que llamar hogar. O al menos para la elite científica conocedora de la verdad de la situación ya que el resto de sociedad, descendientes de los primeros colonos, olvidó hace mucho la tierra y no son conscientes de que lo que ellos llaman hogar es solo una inmensa nave que tras cientos de años ya empieza a necesitar reparaciones. Mientras en la superficie se comienza la exploración del planeta en la nave empiezan a suceder unos extraños sucesos que pondrán en peligro a toda la población. Sucesos que están unidos de manera inexorable al destino de los protagonistas en la superficie de Vera. Una línea argumental que se centra más en la radiografía de una sociedad engañada y atrapada en una situación cada vez más desesperada.

En los lápices tenemos a Zoran Janjetov que da una lección de narrativa visual. Escenarios detallados, personajes proporcionados, encuadres suaves y un derroche de luz y color. Tanto la espectacular naveplaneta, inspirada claramente en la novela Rama, y la exuberancia de esta nueva Tierra resultan verosímiles al lector que a las pocas hojas estará entregado a las maravillas que Janjetov quiera representar.

Centaurus es la recopilación en un pequeño tomo de una obra de ciencia ficción que nos llegó en 5 entregas el año pasado y que pasó sin demasiada gloria por los kioscos. Ahora ECC quiere darle una segunda vida a esta obra de ciencia ficción que si tenéis dos dedos de frente no deberíais dejar pasar.

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