– Niños, os recuerdo que quedan reseñas pendientes.
– Pero si el cómic (Kingdom Come), me llegó ayer.
– ¡Pero si te lo habrás leído por lo menos tres veces! Una de ellas cuando yo te lo regalé.
– Pues de broma lo dirás…

Este sería, más o menos, un extracto de una de nuestras conversaciones de WhatsApp cuando estamos organizando, o más bien cuando nuestro Santo patrón nos organiza, el tema de las publicaciones. Y de broma lo diría, o no, pero con esta lectura se suma al marcador la quinta vez que he leído Kingdom Come. Y es que este es uno de esos cómics a los que suelo volver de vez en cuando. Tiene algo magnético, es una sensación, una magia… Es algo imperceptible, como una vibración especial que resuena en las yemas de mis dedos cuando pasan sobre su lomo, al deslizarlos por los cómics de mi biblioteca y que me llama para sacarlo de la balda para leerlo, o al menos, para ojearlo una vez más. Entiendo que estos motivos son bastante vagos y basados en sensaciones personalísimas. Por eso, os lo voy a recomendar hablando de aspectos más tangibles.

Quizás sea por una fascinante historia, un relato que nos sitúa en un futuro donde el panorama superheroico ha sufrido el relevo generacional. Los hijos y nietos de los antiguos héroes son ahora los protectores de la humanidad. Pero a diferencia que sus progenitores, estos nuevos héroes no conocen el sentido de ser protector de la humanidad, y su carácter casi divino les ha hecho olvidar el respeto a la vida. Ahora no pelean contra villanos, sino entre ellos, por el control de La Tierra. Y tras la desaparición de la Liga de la Justicia, nuevos grupos han aparecido que pelearán por su cuota de poder. La situación ha degenerado de tal manera que un envejecido Superman ha de volver a calzarse las mallas para intentar, junto con el resto de la antigua Liga de la Justicia, revertir la situación. Aunque para ello deba tomar medidas que lo aproximen más a un villano a que aun salvador. Un guión potente, lleno de crítica social, con personajes plagados de aristas con una personalidad donde predominan las sombras, y que reprocha el uso desmedido de la fuerza enmascarado por el manido “bien mayor”.

Quizás sea por su apartado artístico, donde Alex Ross firma el que es para mí su mejor trabajo. Hablar del fotorrealismo de Ross queda a estas alturas fuera de lugar, pues es por todos conocido el grado de excelencia de todos sus trabajos. Pero en esta ocasión ha conseguido convertir cada viñeta de este cómic en una pequeña obra de arte. Los retratos que Ross hace de los superhombres reflejan las sombras de la personalidad que Waid imprime en el guión. Y su trabajo con los lápices consigue crear un mundo totalmente creíble a nuestros ojos. Y si este no es su mejor trabajo, es bastante probable que esté entre su top 3. Como diría mi compañero Julio: “Se me caen las manos de tanto aplaudir”.

Si no conocías esta obra, ahora es la mejor oportunidad gracias a la reedición que ECC hace gracias a su colección “Grandes Novelas Gráficas del Universo DC”. En esta nueva reimpresión se ha aprovechado para incluir algunos extras, como un prólogo de Eliot Maggin, portadas alternativas y bocetos y comentarios de los personajes principales. Todo editado en tapa dura y papel de gran gramaje. Como digo, una joya para poner en tu colección y volver a ella de vez en cuando.

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