Es rara la reseña de alguna obra de Osamu Tezuka en la que no se encuentra la frase de “Osamu Tezuka es considerado el dios del manga”. No lo he repasado pero en las 5 reseñas que yo he escrito aquí, en Reservademana.com, de obras del autor es harto probable que lo mencione en todas, de hecho seguro que es en esta donde antes sale esa frase. Y si se dice tanto es porque, sencillamente, tienen razón. Su irrupción en el panorama editorial en los años 50, del pasado siglo, provocó una evolución absoluta no solo en la forma de crear historias si no en el mismo concepto de manga. Su forma de dibujar, de contar historias o de establecer el ritmo marcaron las pautas a cientos de artistas que han venido después. Todo esto se ha contado ya mil veces y se volverá a contar otras mil, es lo que tiene ser un revolucionario. Pero Osamu Tezuka no se acostó una calurosa noche de agosto siendo un señor cualquiera y se despertó siendo una deidad del shonen, eso no pasa nunca ni siquiera en uno de sus mangas.

El secreto del éxito de Tezuka fue que supo leer las tendencias en el mundo artístico y social, tanto dentro como fuera de Japón, de su época y supo adaptarlo a su manera de enfocar su trabajo. Si revisamos la obra del maestro podemos ver como no solo va evolucionando su dibujo sino también, y sobre todo, los temas que trataba en cada una de sus obras. Tezuka fue pasando de forma gradual de escribir historias dedicadas a un publico juvenil a títulos con una gran carga emocional y critica social bastante evidente e inaudita en las publicaciones de esa época. Y si hay un titulo que marca una línea de no retorno en este viaje a la madurez creativa esa es, sin duda alguna, Vampires. Tras ella comienzan a llegar las obras más serias del autor donde trata temas como la realidad del Japón de postguerra (Ayako), criticas al mundo del arte (Barbara) o la curiosa manera de entender el amor de la cultura nipona (La Canción de Apolo). Y no solo es que en Vampires se marque una línea en el suelo donde parece poner “a partir de aquí ya todo va a ser más serio”, sino que literalmente Vampires trata, entre otros temas, de la madurez. De como las personas han de evolucionar, cambiar, tomar un camino y no abandonarlo aunque ello conlleve salirnos de nuestra zona de confort. El mismo Tezuka usa esta obra como prueba de su propia madurez como autor y muestra su evolución como dibujante y como guionista. 20 años de ensayos, pruebas y decepciones para conseguir dar con el tono preciso con el que tratar al lector, que como el propio Tezuka, ha ido creciendo a su lado.

Vampires es posible que no sea el mejor trabajo de Tezuka pero sin duda es una de las obras claves del autor. 848 páginas, epilogo del propio autor incluido, donde podemos ver de primera mano la evolución de un genio que lo cambió todo para siempre.

Por cierto, con tanta palabrería no os he comentado ni siquiera cual es el argumento, y a estas alturas de la reseña tampoco os lo voy a decir y dejaré que lo descubráis vosotros…pero os hago un spoiler “no hay vampiros”.

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