Reseña: Don Drácula (Osamu Tezuka)

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Estamos llegando a un punto en el que cada vez que tengo que reseñar el lanzamiento de una nueva otra del (cada vez más) inabarcable Osamu Tezuka se me hace más difícil decir algo nuevo acerca del genio japonés y su incomparable y tremendamente prolífico talento. Y es que precisamente sea esa, su por un lado enorme capacidad de producción y por otro lado la variedad en sus registros, lo que destaque por encima de todo.

Es natural que al nombrar a Tezuka lo primero que nos vengan a la mente sean algunas de sus series de cabecera más largas y conocidas como Astro Boy, Fénix, Black Jack o Buddha o incluso algunas otras obras no tan largas pero también de enorme reconocimiento como Adolf, Ayako o Bárbara, pero lo cierto es que el maestro japonés nunca dejó de dibujar historias más cortas, independientes o serializadas, especialmente en los descansos entre sus grandes series.

Este es precisamente el caso de Don Drácula (Don Dorakyura), una serie de historias cortas y autoconclusivas aunque con cierta continuidad entre ellas publicadas originalmente entre mayo y diciembre de 1979 en la revista Weekly Shonen Champion y recopilados más tarde en tres tomos y que ahora, de la mano de Planeta Cómic, llegan por primera vez a España en un único volúmen recopilatorio.

Si tuviese que definir Don Drácula con una única expresión, esta sería un What If divertidísimo. ¿Qué pasaría si el Drácula que todos conocemos, el aristócrata transilvano sediento de sangre, se trasladase a vivir al Japón contemporáneo? ¿Qué pasaría si tuviese una hija adolescente que quiere disfrutar de la vida y hacer cosas de adolescentes? ¿Qué pasaría si su más feroz enemigo, capaz de perseguirle hasta el otro extremo del mundo, tuviese almorranas?

Y es que, en contraposición con otras obras mucho más serias del maestro japonés, Don Drácula es un divertimento. Tanto para el lector como para el propio autor. Tezuka nos plantea una revisión paródica, humorística y muy alocada del clásico personaje, que se ha mudado a una mansión del Japón de 1979 junto con su hija Chocola y su fiel sirviente Igor.

Con estos ingredientes, el conflicto y la comedia absurda y descacharrante están servidos a través de una serie de historias que nos muestran a un vampiro que quiere ser fiel a sus gustos y costumbres, que quiere ser ese aristócrata que bebe la sangre de una hermosa virgen cada noche, pero que sin embargo se encuentra como un pez fuera del agua en un mundo, demasiado moderno para él, que no es el suyo y que juega con unas reglas que no termina de comprender ni de aceptar.

Todo esto le llevará a situaciones de lo más hilarante, como convertirse en un actor intensito en producciones para un canal de televisión o asociarse con su archienemigo para montar un pequeño negocio de fabricación y venta de unos lápices especiales para llevar chuletas a los exámenes. La narración se desarrolla en un tono ágil y muy dinámico, que nos hará devorar las páginas y con un tipo de comedia muy física y clásica, cercana al slapstick. Como suele ser habitual en la obra de Tezuka, tampoco falta ese trasfondo social con sus pequeños dramas y mucha retranca en una sociedad japonesa todavía muy costumbrista que se ve obligada a abrazar una modernidad con la que no se siente del todo cómoda.

El estilo artístico del dibujante nipón sigue siendo perfectamente reconocible, manteniendo ese trazo fino y redondeado, atractivo y muy limpio que destaca por unos personajes con rasgos muy definidos y tremendamente expresivos. Esta maestría se trasladada también a las abundantes secuencias de acción, que se sienten tremendamente cinéticas y consiguen traspasar su diabólico ritmo al lector.

Planeta Cómic sigue firme en su empeño de recuperar la obra (sobre todo la menos accesible) de Osamu Tezuka y traerla traducida a nuestro país y presenta Don Dracula en en cuidado volúmen en tapa dura de 584 páginas en blanco negro y con sentido japonés de lectura. Como suele ser habitual en otras obras del autor, la traducción al español corre a cargo de Marc Bernabé, sinónimo de calidad, e incluye las notas de traducción necesarias para que podamos entender cada viñeta en su contexto. La edición no incluye extras más allá de un pequeño epílogo del propio Tezuka que nos ayuda a poner la obra en el contexto de su producción literaria y del momento de su publicación.

No creo que mucha gente contemple a Don Drácula entre las mejores obras de Osamu Tezuka, y lo cierto es que no tuvo demasiado éxito comercial en su publicación original en Japón, pero sí me atrevo a decir que es una de sus creaciones más divertidas e irreverentes. Un delicioso divertimento que ningún fan de Tezuka debería dejar escapar y que, al mismo tiempo, puede ser una puerta de entrada ligera y divertida para los que quieran acercarse al llamado dios del manga por primera vez.

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