Hajime Komoto es, sin duda, un desconocido por estos lares: no por nada, sino porque se trata de un mangaka novel (más allá de dos one shot publicados, si no estoy mal informado) que tuvo en Mushle su primera oportunidad de darse a conocer al gran público. ¡Y vaya si lo aprovechó! Shônen Jump, la famosa revista de manga japonesa, le permitió iniciar su serie de Mushle bajo la atentísima mirada de Shueisha y ha conseguido encandilar a los exigentes lectores japoneses y, por el camino al mercado editorial español, a los franceses (entre los que ha causado auténtico furor). Y, os estaréis preguntando, ¿qué tiene Mushle para haber enamorado a tantos lectores? Vamos a intentar explicarlo con este primer volumen.

A primera vista, Mushle pudiera parecer una caricatura burda y descarada de Harry Potter, la obra de J. K. Rowling, por un lado, y de One Punch-Man, creado por One y Yusuke Murata, por el otro. Y, aunque hubiera sido sólo esto, tampoco hubiera estado tan mal, ¿no? Un mundo repleto de magia pero podrido de conspiraciones y tejemanejes trufado con humor cafre y macarra no pinta nada mal, creo yo. Pero (y esto se irá viendo a medida que los capítulos avancen) Hajime Komoto ha sabido encontrar, o eso parece al menos, su propio tono e historia, su propio estilo, en definitiva.

¿Y de qué va todo esto? Pues bien, estamos en un mundo donde la magia lo es todo y se utiliza para prácticamente todo: limpiar, cocinar, luchar, resolver conflictos, etc. El grado y poder mágico de cada ser humano está representado por las líneas que podemos ver en su cuerpo. Y en este universo mágico, es imposible concebir la vida sin dicho elemento… excepto para una persona: Mash Burnedead, un joven que ha nacido sin capacidad para utilizar la magia (pero que tiene un corazón de oro). Si a eso le sumamos que aquellos que han nacido sin magia son parias en este mundo y son perseguidos por su condición, entenderemos que el protagonista lo tiene un poquito crudo. Pues estará apañado, debéis estar pensando. ¡Ay, amigos! Mash no tiene magia, cierto, pero, gracias a los consejos de su abuelo se ha estado entrenando físicamente como nunca se ha visto… y posee una fuerza descomunal. ¿Tanto como para superar a la magia? Pues eso habrá que verlo. Y es que cuando su condición se vea expuesta a la luz, Mash deberá ingresar en la Escuela de Magia Easton, una institución en la que sólo son admitidos los mejores magos del país, para tratar de volver a la vida tranquila que tenía con su abuelo.

Este primer volumen, repleto de humor (más de una carcajada se me ha escapado en el tren, de camino al trabajo) y acción (Komoto no se lo piensa dos veces a la hora de introducir batallas), nos va a servir de puerta de entrada al universo que plantea el autor y para fijar el objetivo principal de Mash, que no es otro que convertirse en el «Visionario Divino», el estudiante más brillante de la Escuela. Y esto se consigue mediante la adquisición de monedas de plata y oro, que se obtienen superando ciertas pruebas o disputándoselas en retos a otros estudiantes.

Además, disfrutaremos de las pruebas de acceso a la Escuela y se nos presentarán a dos tres compañeros inseparables de Mash: el joven y tímido Finn Ames; la alocada y enamoradiza, Lemon Irvine; y el apuesto y serio Lanc Crown, cuya magia centrada en la gravedad nos va a deparar uno de los combates más espectaculares del primer tomo… y que ser resolverá en el siguiente número.

La edición tankoubon con sobrecubiertas que ha realizado Norma Editorial viene trufada con algunos extras muy jugosos como son la trayectoria del autor hasta editar esta obra, la presentación de los personajes principales y una serie de preguntas y respuestas realizadas por los lectores a Komoto.

Así pues, Mashle despunta, en este primer volumen, por su humor descacharrante y su acción directa, así como por su ambientación, que homenajea, parodia y reconstruye el mundo mágico propio de la autora de Harry Potter. Si me permitís, pues, una recomendación para esta Semana Santa: leed Mashle porque, sí, en este primer número os reiréis mucho y os encantarán las batallas y su resoluciones, pero la costa va a ir cambiando y evolucionando y, si no me creéis, esperad al siguiente número.

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