Reseña: Un Oscuro Manto (Jaime Martín)
La enfermería ha sido un rol que siempre ha sido asociado a las mujeres, pese a que a día de hoy son muchos los hombres que ejercen de enfermeros su número sigue siendo, en porcentaje nacional, bastante inferior.
Actualmente su trabajo en el ámbito sanitario ha sido ampliamente reconocido tanto en lo profesional como en lo particular pero no siempre ha sido así. Florence Nightingale escribió que:
“Toda mujer, o al menos casi toda mujer, en Inglaterra, ha tenido a su cargo en algún momento de su vida la salud personal de alguien, sea un niño o un inválido -en otras palabras, cada mujer es una enfermera”.
Sobre las mujeres siempre ha recaído la labor, por no decir obligación, del cuidado familiar. Cuidados que van desde las más simples tareas domésticas diarias al desempeño de cuidados médicos. Esto ha sido algo culturalmente aceptado durante toda la historia. Desde que tenemos registros históricos se sabe que siempre han existido curanderas que vendían toda clase de remedios, rezadoras que ayudaban en las últimas horas de los enfermos, vestidoras de difuntos que adecentar a los recién fallecidos, parteras que ayudaban en los partos y un largo etcétera que se pierde en la historia de los tiempos.
Un Oscuro Manto viene a reivindicar el duro trabajo de estas mujeres en la España rural de mediados del siglo pasado. En concreto nos cuenta la historia de Mara, una “trementinaire”, una hacedora de remedios naturales, que recorría los montes del pirineo catalán recolectando plantas con las que elaborar aceites, ungüentos y todo tipo de emplastos con los que ayudar a los enfermos de la región. Para ella su modo solitario de vida no es un trabajo si no una vocación para con los demás pero que lamentablemente le ha hecho ganar la fama de vieja huraña, poco menos que una bruja con la que asustar a los niños. Un día encuentra a una joven desmayada en el bosque. Sus finas ropas no pegan con el tipo de ropajes de la zona y su actitud extraña intrigan a Mara. Pese a todo acogerá a la joven en su casa, la cuidará y le enseñará a sobrevivir a los prejuicios de la comunidad rural. Pero la visita de esta forastera le acarreará a Mara problemas de toda índole.
Un relato complejo que saca a la luz los profundos convencionalismos de la época y la lucha de algunas mujeres por escapar de ellos. La opresión de una comunidad rural cuyo norte moral lo dicta el párroco de turno y donde las mujeres deben acatar de manera silenciosa su destino como futuras madres y cuidadoras de los hombres y ancianos. Por si esto fuera poco la sociedad empieza a cambiar, las fábricas comienzan a necesitar mano de obra que es atendida por los jóvenes de lugar que abandonan los pueblos rurales para desplazarse a las ciudades dejando desatendidas las tareas de labranza y pastoreo, trabajos que poco a poco se irán perdiendo. El uso de la moneda se vuelve más frecuente y la economía del trueque comienza a desaparecer dejando en la cuneta a muchos aldeanos que por su labor no tienen acceso a otra moneda de cambio que no sea sus propios cultivos y la aparición de las epidemias de rabia que diezmaban todo el ganado de una región dejando, aun más, en la miseria a cientos de familias que dependían de ella como único ingreso. Todos estos temas son la excusa perfecta para contarnos un retrato histórico bastante acertado de una época muy dura de nuestro país.
Por supuesto la edición de Norma, al igual que la historia, no defrauda y la novela gráfica viene editada en tapa dura, impreso en A4 satinado de gran gramaje y como extras vienen un prologo de Layla Martinez y las ilustraciones que acompañaron a la edición francesa del título.
De tanto jugar a videojuegos he terminado escribiendo de ellos en @noespais, hablando de ellos en @reservademana y dirigiendo y presentando La Pistacheria