Reseña: Un cesto lleno de cabezas (Joe Hill y Leomacs)
Comenzaré esta reseña directamente quitándome la careta: soy fan de Joe Hill. Me gustan sus novelas pero, sobre todo, me apasiona Locke & Key. En la opinión de este humilde juntaletras Locke & Key, ilustrada por Gabriel Rodríguez, es una de las obras imprescindibles del cómic del siglo XXI y uno de los referentes absolutos en el género fantástico.
Lamentablemente, el polifacético autor no es que se prodigue demasiado y, aunque sigue publicando nuevos números de Locke & Key con cuentagotas, muchos de nosotros estábamos esperando con ganas su siguiente gran trabajo. Por eso, cuando a mediados de 2019 DC Comics anunció el lanzamiento del sello Hill House Comicsdentro de su línea DC Black Label no pudimos más que alegrarnos. Hill House Comics, bajo la estrecha supervisión de Joe Hill, pretende convertirse en un referente en el cómic de terror contemporáneo y ha publicado ya varias series, como La familia de la casa de muñecas, En lo profundo del bosque, Daphne Byrne de manos de otros equipos creativos, así como dos series guionizadas por el propio Hill.
La primera de ellas, la serie con la que se inauguró el nuevo sello, es precisamente la que hoy nos acompaña en la reserva: Un cesto lleno de cabezas, escrita por el propio Hill con el dibujo del italiano Leomacs (Tex, Dylan Dog). La obra, nace con la intención de marcar el camino por el que se guiará el nuevo sello, buscando reinventar el género de terror para los lectores del siglo XXI. Y, ya desde este mismo momento, debo decir que si este es el camino… bienvenidos sean todos los demás títulos que vayan llegando.
Si de algo tenía miedo, es que mis altas expectativas ante lo nuevo de Hill no pudiesen ser satisfechas, aunque finalmente no ha sido así. Y es que Un cesto lleno de cabezas brilla en todas y cada una de sus facetas. Como historia de género sabe construir y alimentar con maestría una tensión (que no miedo) creciente hasta el mismísimo final, y tiene su buena ración de sangre que consigue impactar sin caer en lo desagradable. Al mismo tiempo toda la obra tiene un sentido del humor, negrísimo, que en ningún momento parece forzado, rompe la atmósfera de la apacible isla de Brody o rompe el ritmo narrativo. Un ritmo demoledor que te atrapa y no te permite soltar el libro hasta haber volteado la última página.
Pero, si tuviese que definirlo con una única palabra, esta sería fresco. Un cesto lleno de cabezas es un relato ágil y muy contemporáneo, que transcurre en ese espacio en el que Hill se siente tan cómodo del realismo fantástico. De la misma forma que sucedía en otras de sus obras como Locke & Key o Cuernos, ¿qué pasaría si en un pueblecito normal, con gente normal, con sus virtudes y mezquindades, intereses y miedos… sucediese algo que cambia las reglas del juego?
Esto es precisamente lo que sucede en la encantadora isla de Brodyen los apacibles años 80. Con el verano a punto de terminar, la joven June llega a la isla con la intención de reencontrarse con su novio en su último día de trabajo veraniego como ayudante de la afable policía local. Un fin de semana en pareja con alcohol, hierba y mucho sexo: el plan perfecto en un entorno idílico… ¿qué podría salir mal?
Como no podía suceder de otro modo, TODO es susceptible de salir mal. Coincidiendo con una tormenta que deja incomunicada a la isla, cuatro peligrosos convictos fugados de la prisión secuestrarán a su novio y obligarán a June a luchar por su vida mientras trata de rescatarlo… con la única ayuda de una vieja hacha vikinga que caerá en sus manos. Y aquí viene la vuelta de tuerca, ¿qué sucede cuando ese hacha tiene el poder de que las cabezas decapitadas con ella sigan vivas y sorprendentemente parlanchinas? Un cesto lleno de cabezas se desarrolla como un thriller sobrenatural en el que descubriremos que absolutamente nada es lo que parece, acompañado de unos diálogos absolutamente deliciosos.
En el apartado gráfico, el artista italiano Leomacs capta perfectamente las necesidades narrativas de la obra y sabe plasmarlas adecuadamente en el papel. Así, mientras mantiene el tono oscuro y lleno de suspense, aporta cierta energía anárquica y subversiva a cada viñeta hasta rozar lo grotesco. Destaca especialmente el trabajo realizado en la expresividad facial de los distintos personajes… especialmente necesaria en aquellos que están en cesto.
La cuidada edición que nos trae ECC contiene los siete números en los que se publicó originalmente la serie en un único volumen en tapa dura de 184 páginas, así como una serie de portadas alternativas, bocetos, diseños de personajes y unas pequeñas entrevistas con los autores. La única pega que podemos ponerle es que no incluye las historias cortas de Sea Dogs que acompañaban a todas las series de Hill House en su edición original americana, aunque ECC ya ha indicado que esto se debe a su intención de publicarlas todas en un único tomo.
Un cesto lleno de cabezas es una lectura imprescindible para cualquier aficionado al género del terror sobrenatural, pero también una dulce promesa de todo lo que Hill House Comics nos debería ir trayendo en próximas fechas de la mano de ECC. Un conjunto de títulos que deberían ir llegando en los próximos meses y que, de momento, no ha podido empezar con mejor pie. Y es que, si antes de leerlo ya era fan de Joe Hill, ahora todavía lo soy más.
Miembro de Reserva de Maná y director de Low Poly. Lector de cómics, cinéfilo, y curioso de la tecnología. Part-time dreamer.
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