Hace poco un buen amigo me preguntaba, con ese punto de mala leche que permite la confianza, cómo podía ser que la gran mayoría de las reseñas de cómics que me había leído en esta web fuesen generalmente tan positivas y que si alguna vez había tenido que adornarlas para hacerlas parecer mejores. La respuesta es más sencilla de lo que parece: cada vez que pedimos a las editoriales los cómics para reseñar, los que pedimos son precisamente aquellos que nos apetece leer y con los que a priori tenemos cierta afinidad. Normal que, salvo alguna desagradable sorpresa, nos terminen gustando y así lo plasmemos en nuestras reseñas. Misterio resuelto.

Habitualmente, todo lo que reseñamos lo hemos pedido previamente. Sin embargo, hace un par de semanas nos llegó un enigmático paquete de Norma Editorial con un cómic que no habíamos solicitado. En un primer momento llegamos a pensar que se trataría de algún error, pero no tardamos en encontrar una insólita carta de Arnau París (no el de Master Chef, sino el editor de Norma) dando un puñado de buenas razones, tanto técnicas como desde la emoción, por las que deberíamos dar una oportunidad al libro. Y eso es precisamente lo que hicimos.

El cómic en cuestión es IN., el primer trabajo largo del dibujante inglés Will McPhail, conocido principalmente por sus ilustraciones, a caballo entre el humor, la sátira y la crítica social, para publicaciones como el semanario The New Yorker o la revista británica Private Eye. Para su debut en librerías se ha atrevido con una novela gráfica que, ya lo adelanto, ha salido francamente buena.

IN. nos presenta la historia de Nick, un joven ilustrador que trabaja para una revista banal y que, por mucho que se empeñe en visitar las más rocambolescas (y ridículas) cafeterías de moda, se encuentra atrapado en una vida completamente insustancial, llena de relaciones superficiales y conversaciones intrascendentes. Sí, ESAS conversaciones.

Esas conversaciones que tenemos todos los días, en las que de manera cómplice con nuestro interlocutor, nos las apañamos para no decir nada relevante y ceñirnos únicamente a los tópicos que menos nos puedan comprometer. Esas conversaciones que realmente no nos interesan, ni a nosotros ni a la otra parte… pero en la que ambas partes somos conscientes de ello y aún así participamos alegremente en la farsa matando unos minutos y haciendo como si nos importase.

Consciente de todo ello, nuestro protagonista decide que tiene que poner fin a esta situación y tratar de establecer conexiones significativas con la gente que le rodea. En compañía de Nick viviremos todo un carrusel de emociones y de momentos francamente potentes, como la maravillosa conversación con su fontanero, la relación con su madre o todo ese tramo final que, personalmente, me dejó sin palabras.

Por si no fuera suficiente, el apartado artístico brilla a la misma altura. La maestría de Will McPhail para expresar ideas, pensamientos o emociones con muy pocos trazos a través de las expresiones faciales y del lenguaje corporal es apabullante, eliminando la necesidad de palabras en gran parte de la narración. Sobre el uso del color, prefiero no hablar en detalle para no estropear parte de la gracia del cómic. Simplemente diré que si te introduces en el libro y llegas a conectar, vas a alucinar… en colores. Literalmente.

Como ya adelantábamos al principio de la reseña, Norma Editorial ha sido la encargada de traer (con traducción de Hernán Migoya) y publicar esta obra en nuestro país. Y lo hace, como suele ser habitual en la editorial catalana, en un lujoso tomo en cartoné con lomo reforzado y 272 páginas de papel de alta calidad y con un precio más que ajustado, teniendo como única pega la inexistencia de extras más allá de una pequeña biografía del autor en la contraportada.

IN. es una obra que, precisamente en estos tiempos de aislamiento en que vivivos, nos habla sobre ese momento mágico que vivimos cuando somos capaces de conectar con otras personas. Y lo hace con sentido del humor y con una cercanía y una sencillez apabullantes. Mi amigo no se lo va a creer. Otra vez me ha vuelto a salir la reseña más que favorable… aunque en esta ocasión ha sido de una novela gráfica que no había solicitado y contra la que no estaba prevenido. Igual es por méritos propios. ¿Qué puedo decir ante esto? Solo una cosa: Gracias, Arnau.

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