Reseña: El integral de lo aún más nuevo de Tank Girl (VVAA)

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Llegaban a su término los locos ochentas cuando Alan Martin y Jamie Hewlett crearon Tank Girl, un absoluto mezclunje donde cabían la estética punk, la ambientación post apocalíptica, la acción, el sexo, las drogas, puñetera zoofilia y mal gusto en general. Y claro, con estos ingredientes era únicamente cuestión de tiempo que llegara no sólo el éxito, el dinero, la compra por parte de una de las grandes, la HORRENDA adaptación cinematográfica y por supuesto, el status de obra de culto.

Las historias protagonizadas por Rebecca Buck y su novio/canguro mutante Booga eran el epítome de lo irreverente, y esto es gracias a su personaje principal. Rebecca era EL CAOS hecho persona. Amoral, violenta y hedonista, era el ejemplo de todo lo malo de los seres humanos. Eran los 90 en tu puta cara y había que quererla.

Por eso tenía reservas sobre cómo un personaje de semejantes “virtudes” habría sufrido el paso del tiempo, no a la hora de leer historietas antiguas, que aprovecho para decir, aguantan perfectamente, si no a la hora de que guionistas nuevos y antiguos creasen nuevas historias en una época en la que existen términos tan tremendos como “cultura de la cancelación”, “los ofendiditos”, “el empoderamiento de la mujer pero que no está bien porque está hecho desde una perspectiva neo liberal” y otros tantos que dan miedo sólo de pensar el las chapas que se vienen encima cuando los lees. Pero amigos, tengo buenas noticias, porque al final lo que tiene que salir bien, qué demonios, sale bien. 

El Integral de lo aún más nuevo de Tank Girl reúne una serie de historias auto conclusivas guionizadas por el propio Alan Martin publicadas entre 2008 y 2010 por IDW y Titan y podemos decir aliviados que retienen todo el encanto y la mala baba que recordábamos. Son violentas, son oscuras, son graciosas, son desagradables. Son puro Tank Girl y hay que estar contentos de que en este año de nuestro señor 2020 en el que las hemos pasado tan putas Rebecca Buck es algo que se ha mantenido en plena forma. 

Eso sí, aquí Martin viene bien acompañado por el arte de Rufus Dayglo que sabe tomar los elementos justos del trabajo original de Jamie Hewlett y construir sobre ellos con toques propios. Aunque Rebecca, Booga y compañía ya no se ven como entonces, podemos reconocerlos en cada una de las viñetas. Sumemos a esto el espléndido color de Christian Krank en algunos números, Sophie Dodgson otros. Ambos saben que Tank Girl debe ser contundente y usan colores planos contrapuestos cuando, o escenas completas en las que todo es casi del mismo tono creando casi siempre las atmósferas adecuadas. Y no olvidemos a Ashley Wood al cargo de algunas de las mejores portadas que recuerdo.


Cuatro titanes que junto con el ya mencionado Alan Martin dirigen el retorno de uno de los personajes que más leí y releí en mi adolescencia, y por el que afortunadamente, parece que no pasan los años. Tank Girl ha vuelto, y se vienen más integrales por parte de Norma Editorial. Y si vienen con una edición tan cuidada como la que tenemos entre manos, se me ocurren pocas cosas más dignas de celebración.

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