Reseña: Kraken (Emiliano Pagani, Bruno Cannucciari)
La primera vez que supe de la existencia del Kraken, ni siquiera sabía que aquella criatura se llamaba así. Solo recuerdo una sombra bajo el oleaje acercándose a un barco y un tentáculo gigante arrastrándolo hacia las profundidades pocos segundos después. Nunca he sido capaz de recordar cuál era la película, pero creo que jamás seré capaz de olvidar la escena y el impacto que me causó en su momento.
Más tarde, cuando empiezas a consumir cultura con un poco más de criterio, descubres que aquella monstruosa criatura tenía un nombre y que, lejos de ser una invención de aquella vieja película, su existencia en el imaginario colectivo se remontaba a los orígenes de la mitología escandinava. Caracterizado habitualmente como un pulpo/crustáceo/medusa gigante, en cualquiera de sus encarnaciones el Kraken no es sino una excusa para simbolizar el terror ante lo desconocido.
Emiliano Pagani y Bruno Cannucciari nos presentan en este tomo autoconclusivo, publicado originalmente en Italia por Tunué en 2017, su particular visión del terrible monstruo marino a través de la historia de Damien, un joven traumatizado tras ser el único superviviente del trágico naufragio en el que fallecieron su padre y su hermano mayor. Convencido de que la tragedia ha sido provocada por la mítica criatura y embarcado en una cruzada para encontrar y acabar con ella, no dudará en recorrer la distancia que sea necesaria hasta contactar con la única persona que cree que le puede ayudar: Serge Dougarry, una suerte de Iker Jiménez venido a menos que malvive a la sombra del recuerdo de lo que una vez fue.
Juntos regresarán a la pequeña villa pesquera de Selalgues con la intención de desentrañar el misterio detrás del naufragio y cazar a esa terrible criatura que ya ha acabado con todos los bancos de pesca de la zona y está poniendo en peligro la vida de sus habitantes. Un pueblo sombrío y (literalmente) gris habitado por gente sencilla, desconfiada y endurecida por la vida en el mar que busca refugio en el prejuicio y la superstición ante la crisis provocada por la ausencia de peces y que no recibirá la llegada de Dougarry con los brazos abiertos precisamente…
Pagani, con un envidiable sentido del ritmo, construye una historia oscura y desasosegante en la que el lector se siente tan perdido, oprimido y, por momentos, desesperanzado como su protagonista, con un crescendo continuo que transforma el relato fantástico que aparentemente nos prometían las primeras páginas en un thriller violento y sobrecogedor con una profunda carga psicológica en el que inevitablemente nos preguntaremos dónde reside realmente el horror.
Este tratamiento no sería posible sin el excelente trabajo de Cannucciari a los lápices, ya desde la primera decisión de optar por el bitono en blanco y negro para crear la atmósfera opresiva que rodea al pueblo de Selalgues y a sus habitantes, dibujados con trazo limpio y un estilo en la delicada frontera entre lo real y lo grotesco. El gran nivel de detalle, sobre todo en los rostros, dota a los personajes de una expresividad que trasciende la viñeta y casi hace redundantes los rótulos de texto. Por otro lado, el dibujante italiano sabe cambiar de registro cuando la narración lo requiere y nos obsequia con algunas ilustraciones a página completa, sobre todo en secuencias oníricias o de recuerdos, que nos dejarán con la boca abierta.
Referente a la hora de traer el mejor cómic europeo a nuestro país, Norma Editorial presenta la edición española de Kraken en un lujoso tomo de 104 páginas en tapa dura y papel de alta calidad, en esta ocasión sin demasiados extras más allá de algunas ilustraciones del propio Cannucciari en torno a posibles diseños del monstruo marino. ¿Existe realmente el Kraken o es algo que solo está en nuestro interior? ¿Qué es más peligrosa, la criatura o la superstición? Si quieres conocer las respuestas, ármate con tu mejor arpón y sumérgete en las páginas de esta apasionante historia.
Miembro de Reserva de Maná y director de Low Poly. Lector de cómics, cinéfilo, y curioso de la tecnología. Part-time dreamer.