Reseña: Vanguardia es una mujer (Clara de Frutos)
Debo confesar, y no sin cierta vergüenza, que la primera vez que escuché hablar de las Sinsombrero fue bastante tarde, en 2016, y fue gracias al episodio Separadas por el tiempo de la excelente (y maltratada) serie El ministerio del tiempo (Javier Olivares, Pablo Olivares) a la que por aquel entonces estaba completamente enganchado. Más allá de las intrigas y conspiraciones propias de la serie, el episodio visibilizaba a un grupo de mujeres siempre a la sombra de las grandes figuras, todos hombres, de la Generación del 27 pero que ocuparon un lugar destacado en la vanguardia artística y cultural de la época y lucharon incansablemente por la igualdad.
Vanguardia es una mujer, que se presenta con la vitola de haber obtenido la primera beca El arte de volar (a la que se presentaron más de 190 obras) destinada a potenciar la creación en el ámbito de la historieta, es el resultado de 7 años de duro trabajo de la ilustradora madrileña Clara de Frutos y nos presenta la biografía viñetada y la obra de Concha Méndez, una de las voces poéticas más singulares de su generación y una de las caras más activas y reconocibles de este grupo de intelectuales y artistas de la talla de Maruja Mallo, Carmen Conde, Consuelo Berges, Ernestina de Champourcín, María Teresa León, Margarita Manso, María Zambrano, Rosa Chacel, Delhy Tejero, Josefina de la Torre o tantas otras injustamente olvidadas.
De una forma muy inteligente, Clara de Frutos nos hace partícipes de este relato en primera persona, utilizando unas conversaciones de Concha Méndez con su nieta en 1983 durante su exilio mexicano. Esto le permite llevarnos de la mano acompañando a Concha y a sus compañeras durante los momentos clave de la vanguardia del primer tercio del S. XX y hacernos revivir ese periodo al lado de sus protagonistas, pero al mismo tiempo nos sumerge en el poderoso y apasionado mundo interior de la poeta (que no poetisa) explorando sus miedos, deseos e inquietudes. En paralelo, contamos con un segundo foco, en 1983, que nos aporta la perspectiva del paso del tiempo y nos muestra los cambios políticos y sociales que han permitido la rehabilitación histórica de estas mujeres en la actualidad, incluso los obstáculos que todavía se siguen encontrando a la hora de reivindicar la figura de la mujer como eje cultural de una época.
La otra gran fortaleza de Vanguardia es una mujer es el dibujo. A través de unas ilustraciones delicadas, principalmente en acuarela y lápices, y con un estilo abocetado, de Frutos crea una atmósfera íntima y cercana que nos sumerge de lleno en una España ilusionante e ilusionada a través de sus personajes y de sus vivencias, pero también a través de paisajes y lugares, como la Residencia de Estudiantes o los cafés y tertulias madrileñas rebosantes de actividad cultural. Destaca especialmente la fluidez y maleabilidad del dibujo, que le permite mutar conforme la narración lo precisa saltando de lo cotidiano a lo onírico, a lo poético o a lo surrealista sin perder su identidad, regalándonos un festival de estilos y paletas de colores que convierten la historia de Concha en todo un viaje al corazón de la poesía.
Como ya es habitual, Norma Editorial realiza un excelente trabajo en la edición de esta obra. En colaboración con Edelvives y la Fundación El Arte de Volar, presenta un lujoso volumen en cartoné de 144 páginas a todo color que incluye a modo de extras un prólogo a cargo de Tània Balló Collel, una de las directoras del documental (Las Sinsombrero, 2015) que inspiró a Clara de Frutos para escribir esta obra, así como un extenso dossier gráfico comentado por la propia autora en el que encontraremos gran cantidad de bocetos y detalles sobre el proceso creativo. Vanguardia es una mujer es una lectura imprescindible para cualquier interesado en la historia del arte y la literatura española, pero también es una invitación a la reflexión sobre la gran injusticia que se ha cometido sistemáticamente a la hora de reconocer la relevancia de muchas mujeres, hoy desgraciadamente anónimas, a lo largo de la historia.
Miembro de Reserva de Maná y director de Low Poly. Lector de cómics, cinéfilo, y curioso de la tecnología. Part-time dreamer.