Reseña: Let’s Play. Volumen 3 (Leeanne M. Krecic)

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Han pasado apenas un par de meses desde nuestra última cita con Sam Young en la anterior entrega de Let’s Play, pero lo cierto es que me he sorprendido con las ganas que tenía de tener este tercer volumen de la serie en mis manos. Y no tanto por conocer la resolución del cliffhanger de Bowser con el que se cerraba el tomo anterior, ni por el regusto culebronero de asistir en primera fila al debate interior de Sam ante sus distintos intereses amorosos. Realmente, si lo verdaderamente importante de esta serie fuese el qué pasa, lo tendría tan fácil como entrar en la web de webtoon y leerlo ahí.

No, lo más interesante de Let’s Play no son las desventuras de Sam y sus amigos sino la manera en la que Leeanne M. Krecic (Mongie) lo articula, aprovechando esta historia alocada y aparente superficial para hablar directamente y sin tapujos sobre temas como el trauma o la salud mental que habitualmente no se tocan en este tipo de literatura. Y lo hace con una naturalidad pasmosa, integrando todo esto en situaciones cotidianas como una primera cita o una charla entre amigas en una cafetería. Por eso creo que a esta obra le sienta tan bien el formato papel, al permitirle aglutinar varias viñetas en una misma página para darnos una visión más amplia de la situación general y del estado de los personajes.

Dicho esto, ¿qué nos ofrece esta tercera entrega? Además de seguir avanzando (poco) en las tramas más generales de los anteriores episodios, este tomo se toma su tiempo para desarrollar la relación de Sam con el buenazo (en todos los sentidos) de Link, uno de sus intereses amorosos aunque peligrosamente cercano al abismo de la amistad. Tanto es así que la gran mayoría de este tomo está dedicado a la primera ¿cita? entre ambos, en la que ninguno de los dos tendrá nunca claro si realmente están en una cita romántica o si simplemente están pasando una tarde con un amigo. Todo ello adecuadamente salpimentado con los inevitables equívocos y malentendidos que darán lugar a un buen número de situaciones comprometidas y hasta incluso algún que otro sangrado nasal al más puro estilo manga en los momentos en los que Sam, que todavía no ha aprendido a lidiar con su intimidad, se siente superada por la situación.

Quizás algunos lectores puedan encontrar este desarrollo de la historia como demasiado tópico, y ciertamente lo es. Sin embargo, lo interesante de Let’s Play es que es plenamente consciente de ello y sabe darle la vuelta a través de un tratamiento metaficcional realmente fresco que no solo funciona muy bien, sino que además convierte al lector en cómplice de la broma implicándole todavía más en la narración.

Además de la cita entre Sam y Link, el tomo también dedica unas páginas al trauma de Angela y cómo este trauma se personifica en forma de miedo e ira, a los orígenes de la relación entre Marshall y Monica y las razones por las que han decidido mantenerla en secreto, así como a una divertida raid en la participa toda la hermandad y en la que una vez más se muestra lo deliciosamente geek que Let’s Play es y lo alejada de los arquetipos tradicionales del cómic occidental que está. El único pero que podríamos ponerle a este tercer volumen es que no incorpora nuevas tramas o personajes, pero es algo que tampoco afecta negativamente en términos de ritmo o de interés.

El tomo, el tercero de la serie, que Planeta Cómic acaba de publicar retoma la historia de Sam Young y sus amigos justo donde terminó el segundo y recoge los números 41 a 57 (de un total de 177) del webcomic original. Al igual que sucedía en las entregas anteriores, la edición de Planeta Cómic se basa en la compilación realizada por Rocketship, que realizó un importante trabajo de composición para transformar la secuencia de viñetas de Webtoon en una estructura de comic book al uso. En esta ocasión, además de la nueva traducción mejorada de Víctor Ruiz Aldana,, se incluye una sección de agradecimientos con los nombres de los 4.642 mecenas que participaron en el Kickstarter que permitió el salto de esta obra al papel.

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