Reseña: Let’s Play. Volumen 2 (Leeanne M. Krecic)

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Uno de los trucos más viejos -pero que mejor funcionan- del manual de viejos trucos en la creación serializada (cómics, series de televisión, videojuegos…) es el de la huida hacia adelante. Abrir más melones y a más velocidad de los que puedas ir cerrando. Crecer no solo en profundidad sino también en anchura, abriendo caminos y multiplicando las posibilidades de conflicto. Sembrar incertidumbre ahora para poder recoger caos dentro de unos cuantos capítulos.

Leeanne M. Krecic (Mongie) parece conocer esta fórmula a la perfección y la aplica con precisión quirúrgica al segundo volumen de su divertidísima Let’s Play. Recordemos: Let’s Play nos cuenta la historia de Sam Young, una joven programadora que logra cumplir su sueño de lanzar su propio juego indie… que termina convertido en pesadilla cuando un streamer de éxito lo destroza con una mala (e injusta) crítica. Para acabar de complicar las cosas, el streamer se muda al mismo edificio que Sam propiciando el escenario ideal para enredos y situaciones disparatadas de todo tipo, de las cuales estaba lleno el primer volumen.

En este segundo volumen, sin prescindir en ningún momento de su tono desenfadado y ágil, Mongie plantea un pequeño paréntesis en el frenetismo de los primeros capítulos, deja un poco de lado la parte videojueguil y laboral de Sam para centrarse (sí, amigos, sí) en el romance. Si ya en el primer volumen se dejaba ver esa tensión sexual entre nuestra protagonista y el streamer Marshall Law, aquí se sube fuertemente la apuesta profundizando en no en uno, sino en otros dos personajes, Link y Charles, que rápidamente se van a postular como posibles intereses amorosos para Sam. Este volumen actúa, desde la mismísima portada, como una carta de presentación de contendientes: el malote con buen corazón (Marshall), el adorable pero tímido (Link) y el estirado, inescrutable y misterioso (Charles) que cualquier empresario querría como yerno. Agárrense, que en los siguientes capítulos vienen curvas y muchas hormonas desatadas.

En un nivel completamente distinto, otros personajes que se unen a la fiesta son la vergüenza, el espacio personal y, brillando con luz propia y protagonizando una de las escenas más potentes del libro, la autoestima, que se suman a la ansiedad como compañeras de viaje de una Sam que todavía tiene problemas para relacionarse con las personas que le rodean en su entorno más cercano. Lo que sí se mantiene es el estilo artístico, tan fresco como siempre, así como los guiños y referencias al mundo de los videojuegos y a la cultura geek. Y es que, en mi caso, bastan un par de referencias a Ace Attorney bien colocadas para atraparme completamente.

Planeta Cómic acaba de publicar el segundo volumen de la serie retomando la narración justo donde la dejó el primero y recoge los números 24 a 40 (de un total de 177) del webcomic original. Al igual que sucedía en la primera entrega, se ha llevado a cabo un importante trabajo de composición para transformar la secuencia de viñetas de Webtoon en una estructura de comic book al uso y se ha realizado una nueva traducción de Víctor Ruix Aldana que mejora bastante a la original. En esta ocasión no se incluye ningún tipo de material adicional.

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