Reseña: Este del oeste. Año 2 (Jonathan Hickman, Nick Dragotta y Frank Martin)
Supongo que el fin del mundo es un escenario al que nos gusta recurrir para poder imaginar un nuevo escenario, un orden distinto a aquel que ahora nos atenaza y ata a nuestra cotidianeidad. Una vía de escape, una manera de vislumbrar no solo otra realidad, sino otra identidad. Vaya, parece que el fin del mundo sólo pudiera depararnos gozo y alegría… o al menos así nos gusta pensarlo en nuestra imaginación. ¿Quién no se ha imaginado en un escenario donde solo sobrevivieran él mismo y sus más allegados y/o apreciados? Todos, diría, sobre todo los días que más hasta las narices estamos del trabajo y de nuestro quehacer diario. Pero esperad un momento, ¿y si el fin del mundo fuera, realmente, el fin del mundo, el Apocalipsis, el fin de los tiempos, la destrucción total de la civilización y del ser humano? Vaya, eso ya no mola tanto. Casi que mejor lo dejamos para otro día. Pues esto es lo que nos proponen Hickman y Dragotta: el cumplimiento del Apocalipsis, la llegada de los cuatro jinetes y la condenación de los humanos.
Con una propuesta que transita entre el western y la ciencia-ficción (dos géneros que me fascinan), Este del oeste: Año dos recopila los números 15-30, centrados, sobre todo, en la búsqueda de Babilonia por parte de Muerte y de los tejemanejes que se están tramando entre las diferentes naciones en liza. Una trama que se va complicando y retorciendo y que nos presenta a personajes pérfidos, traicioneros y repletos de malicia. Una obra repleta de pesimismo y desesperanza que se afianza, en este segundo volumen, en su idea de que el ser humano es, muy posiblemente, el peor animal sobre la Tierra… y el único capaz de acabar con todo por puro egoísmo y egolatría. Se echa de menos, eso sí, a los demás Jinetes que acompañaban a Muerte, puesto que en este Año dos quedan relegados a un muy segundo plano tras el encontronazo funesto con Babilonia, el hijo de Muerte.
Sin duda, algo que quizás sí podríamos echarle en cara a este segundo volumen es la gran cantidad de tramas y subtramas que quieren desarrollar, un exceso que puede abrumar al lector y que dificulta seguir el hilo narrativo de la obra. Eso y que, francamente, uno nunca llega a conectar con los personajes que protagonizan esta obra. A ver, ya me imagino que poco puedo conectar con Muerte, Guerra y compañía, pero sí debería hacerlo con alguno de los otros personajes humanos (muchos) que pululan por la obra. Eso sí, uno disfruta en exceso viéndolos sufrir y observando cómo todos y cada uno de los planes que construyen se van deshaciendo y cayendo en una vorágine oscura y sangrienta. Al final, uno ha venido aquí a disfrutar con el fin del mundo, con este Apocalipsis que Hickman y Dragotta han escrito y dibujado con tanto virtuosismo y mala baba. Con un dibujo visceral y con una paleta de colores tan estridentes como el fin de los tiempos merece, ambos artistas han sabido reinterpretar uno de los mitos más antiguo y fascinante de la historia de la humanidad. Así que uno se queda con ganas de saber cómo seguirán las desventuras de sus protagonistas… los que siguen en pie, claro.
Podcaster en Reserva de Maná, apasionado de la literatura, los videojuegos, la cultura japonesa y mi gato Humphrey. El tanque de Molins de Rey.