Reseña: DJINN Integral 2. Ciclo africano (Jean Dufaux y Ana Miralles)
Cuando pienso en la palabra Djinn (genio), no puedo evitar que mi mente viaje directamente al mundo de las mil y una noches, donde el exotismo árabe del lejano oriente se entremezcla con el sensual erotismo de danzas embriagadoras e hipnóticas miradas desde el otro lado de un velo. Un mundo con un aura mágica y misterio en el que cualquier cosa es posible.
Fiel a ese espíritu, el primer integral de Djinn bebía directamente de esa imaginería ya en su ocaso y nos situaba en el corazón de un harén en la convulsa Turquía de principios del siglo XX y nos sumergía en un carrusel de belleza, aventura, decadencia y sensualidad de la mano de Jade, la Djinn, consciente del poder que le otorga su capacidad de seducción pero al mismo tiempo condenada a no conocer jamás el amor. En su aventura le acompañarán los Nelson, cuyas vidas cambiarán para siempre cuando sus destinos se cruzan con los Jade.
El protagonismo de toda la obra, sin embargo, está dividido en dos líneas temporales que transcurren en paralelo en las mismas ubicaciones. Por un lado iremos desvelando el destino de Jade, pero por otro seguiremos los pasos de Kim Nelson, su nieta, en una época más cercana a la actual, en un viaje de autodescubrimiento tras los pasos de su abuela en busca de su legado.
Este Djinn. Integral 2: Ciclo africanocontinúa con el esquema planteado en el volumen anterior y recoge los cinco álbumes (África, La Perla Negra, Pipiktu, Fiebres, El Rey Gorila) que forman el segundo ciclo de las aventuras de Jade y Kim. En esta ocasión, como el propio título indica, la acción se traslada de la Turquía de los últimos sultanes a una África en plena revolución anticolonialista.
En este sentido, el belga Jean Dufaux (Rapaces, Jessica Blandy) se muestra especialmente interesado en contextualizar los devenires de las protagonistas, que traspasan a menudo los límites de lo sobrenatural, en un marco histórico realista y fuertemente político. Si la línea de Jade en el primer ciclo se encuadraba en la encrucijada política de Turquía en la primera guerra mundial, aquí asistiremos a la revolución negra africana ante el colonialismo salvaje de las potencias europeas de la época.
También resulta llamativo observar cómo, en la narración paralela de Kim Nelson, pese a la revolución protagonizada por su abuela las cosas finalmente no han cambiado tanto con el transcurso de los años, y donde antes el pueblo sufría bajo el yugo colonial, ahora lo hace aterrorizado por la violencia de los caciques locales herederos de aquella revolución. La historia se repite, y las pulsiones humanas permanecen inalteradas: codicia, sed de poder, sumisión… pero sobre todo deseo. Y ahí es precisamente donde reside el poder de las Djinn.
La recreación de este mundo no hubiese sido posible sin el excelente trabajo de la dibujante española Ana Miralles (Eva Medusa, Wáluk), que deslumbra a todos los niveles. En una obra en la que el deseo y la sensualidad son uno de los motores narrativos, Miralles imparte toda una lección no solo de anatomía femenina, sino también de expresividad. También resulta destacable su dominio del entorno, trasladando la amplitud y el color de África a las viñetas. En este volumen el dibujo pasa con éxito de los paneles cuadrados y detallados de la sobrecargada Turquía a los paneles panorámicos y exuberantes, sobrecogedores ante la insignificancia del ser humano de esa África salvaje, misteriosa y peligrosa en la que se desarrolla la acción.
La edición, como ya nos tiene acostumbrados Norma Editorial, está a la altura del contenido. Nos llega presentada con formato de álbum europeo en tapa dura con y una sugerente cubierta que seguramente no dejará indiferente a nadie que tropiece con el libro en las estanterías de su librería favorita especializada. Además de los cinco álbumes antes mencionados y sus portadas originales, la edición está acompañada de una pequeña introducción a cada capítulo escrita por el propio Jean Dufaux y de una colección de ilustraciones, estudios y bocetos de Ana Miralles.
Si pudiésemos resumir el espíritu de esta serie en una única palabra, esta sería deseo. Deseo en la más humana de sus acepciones, pero también como ese regalo envenenado que nos conceden los Djinn cuando nos cruzamos con ellos…
Miembro de Reserva de Maná y director de Low Poly. Lector de cómics, cinéfilo, y curioso de la tecnología. Part-time dreamer.