Reseña: Extremity (Daniel Warren Johnson)
Cada cierto tiempo surge uno de esos autores cuyo nombre apuntas en tu libreta porque sabes positivamente que vas a querer leer todo aquello que dibuje y/o guionice. Eso es lo que en esta casa llamamos un JUGÓN, y cada uno tiene los suyos, claro. Algunos de los míos son Ed Brubaker, Robert Kirkman e incluso Mark Millar. Y hoy añado otro a mi lista. Os hablo de Daniel Warren Johnson, que captó mi atención con Murder Falcon y ha terminado de clavármela por la escuadra con Extremity. Y ojo, que no soy el único, que Extremity es el tebeo que le propició una nominación a los Eisner en 2018 a la mejor serie limitada.
Y os preguntaréis, amiguetes, qué tiene Extremity para que el amigo Impozible esté con tremendo calentón mientras teclea estos párrafos. Os cuento.
Extremity cuenta la historia de Thea, la hija del abba, del líder del clan Roto. Thea lo perdió todo el día que los Paznina atacaron. Perdió su hogar, perdió a su madre y perdió su mano derecha, y con ella la capacidad de dibujar. Su padre, Theodore, jura venganza contra los Paznina y la convierte en su único objetivo, arrastrando con él a Thea, a su hijo su futuro sucesor, Rollo a y a lo que queda de su clan.
Lo mismo esto os parece la típica historia sobre la venganza, y las trágicas consecuencias de la espiral de violencia que no para hasta que uno de los dos bandos decide no responder. Y os lo parece porque lo es, claro. Lo que la diferencia y la eleva por encima del resto son los clásicos intangibles.
Extremity lleva la lucha de clanes a un mundo que recuerda al de Nausicaa, pero bastante más chungo y sangriento. Tenemos persecuciones al más puro estilo Fury Road, aunque por el aire, criaturas pesadillescas destruyendo fortalezas y máquinas de guerra milenarias pretendidas por las manos menos adecuadas. Pero a diferencia de la inmortal historia de Miyazaki, aquí las escaramuzas tienen resoluciones muchísimo más sangrientas, y no se obvia el abultado número de cadáveres que la escalada de violencia deja tras de sí. Además, la historia comienza in medias res y tiene el excelente acierto de presentar un mundo rico y lleno de matices que no se explican de forma explícita al lector, si no que se muestra a través de los personajes, por lo que el ritmo se ve muy beneficiado, y nos hace soñar con la cantidad de historias increíbles que Johnson podría escribir sobre un lienzo tan interesante como este.
La narración es tremendamente ágil, con distribuciones de paneles que van desde lo más ortodoxo hasta locuras noventeras, y el dibujo es, a falta de una palabra mejor, LA HOSTIA. Rasgos faciales sencillos dan la expresividad necesaria a escenas muy cinematográficas, con un uso espléndido de la perspectiva y del desenfoque. Ayuda además un coloreado magnífico cortesía de Mike Spicer, que otorga volumen y luminosidad elevando aún más el resultado final.
En cuanto a la edición que nos trae ECC, he de decir que estaba algo inquieto al ver el número de páginas y el grosor del tomo, pero lo cierto es que una vez en mis manos, Extremity se lee con comodidad sin transparencias. El tacto satinado de las páginas es bueno y la tapa dura ayuda. Los extras están bastante bien, con bocetos y comentarios del autor y el ya clásico desfile de portadas. Nada nuevo pero todo correcto, aquí.
Extremity es una de las mejores lecturas que he tenido el placer de devorar en este año que se nos va. Y lo más sincero que puedo deciros desde aquí es que si tenéis que hacer un regalo a un aficionado a los tebeos de acción y fantasía, por favor, que sea este tomo. Por 25 euros, poco más se le puede pedir a una historia. Y por supuesto, apuntad el nombre de Daniel Warren Johnson porque hay que estar muy atentos a lo que haga este tipo. JU-GÓN.
Miembro de Reserva de Maná, ex de La Parada de Los Monstruos, bloguero y procrastinador en general. La barba del podcast.