Reseña: Lucky Luke de Goscinny y Morris. Integral 2 (Goscinny, Morris)

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Recuerdo que hace ya más de cuatro años arrancaba otra reseña, la de Thorgal. Integral 4, agradeciendo a la biblioteca pública de mi pueblo por tener aquella maravillosa sección de cómic (francobelga, aunque por aquel entonces para mí eso de francobelga sonaría a palabrota) sobre la que se cimentó mi pasión por el medio. Cuando escribí aquella reseña lo hice poniendo al bueno de Thorgal en el centro de aquellas lecturas de infancia y adolescencia – claro, era lo que tocaba si estaba reseñando su integral -, pero lo cierto es que aunque más tarde el tiempo me hizo darle el reconocimiento que merecía, de niño nunca fue el que más me llamó la atención.

Y es que colecciones como Tintín, el teniente Blueberry o el propio Thorgal poco o nada podían hacer ante el colorido y el humor de Astérix y Obélix y, sobre todo, de Lucky Luke a los ojos de un niño de 8 años. Era una época en la que los cómics te ganaban por la portada y, tal vez fuese por las situaciones humorísticas que retrataban (puntos extra si aparecían los Dalton) o por la fuerza de los colores de fondo, la cuestión es que los cómics del vaquero con su eterno cigarrillo en la boca siempre eran los primeros en llamar mi atención.

Cuando pensamos en el oeste, el imaginario colectivo nos lleva inmediatamente a calles polvorientas, a partidas de cartas con demasiados ases sobre la mesa que suelen terminar en peleas multitudinarias en el saloon, a atracos a bancos y diligencias, a indios que hablan con monosílabos y, por supuesto, a aquellos maravillosos duelos al sol donde el bueno siempre es el más rápido desenfundando su revólver. En mi caso, y supongo que en el de muchos de mi generación, si me paro a pensar cuándo y cómo se instaló todo eso en mi cabeza, enseguida me doy cuenta de que no fue gracias a aquellas pelis que ponían en la tele durante las tardes de verano, sino gracias a los tebeos de Lucky Luke en los que, de una manera divertida y colorida, todo eso ya estaba ahí.

El inconveniente de leer en biblioteca pública es que en la mayoría de ocasiones no podías leer el que querías, sino más bien el que podías de entre los que no estaban prestados en ese momento y no habías leído ya. Lo cierto es que a esas edades la evolución, tanto narrativa como artística como de los personajes, te daban un poco igual; los leías como aventuras separadas y no como algo más grande que la suma de sus partes. Pero lo cierto es que Lucky Luke es una serie en la que se nota, y mucho, su evolución. Por eso resulta tan interesante la posibilidad de disfrutarla desde una perspectiva temporal, y por eso resulta tan interesante la colección integral que Norma Editorial está publicando y cuyo segundo volumen tenemos ya en nuestras manos.

Esta evolución está en la propia esencia de la colección puesto que, como los más observadores se habrán fijado ya desde el mismo título de esta reseña, la edición de Norma no pretende abarcar todas las aventuras de Lucky Luke, sino únicamente las del Lucky Luke de Goscinny y Morris. Como tal, el personaje fue creado por Morris (el belga Maurice de Bévère) en 1946 y, aunque llegó a publicar 10 álbumes en solitario como guionista y dibujante, la verdadera explosión de su personaje de cabecera no se produjo hasta la llegada al equipo de René Goscinny en 1955.

La pluma del guionista francés aportó mayor profundidad e ingenio a las historias, así como un refinamiento en el humor, en los diálogos y en la constante parodia de los clichés del western. Su incorporación supuso un punto de inflexión en la serie que les llevó a crear al Lucky Luke que hoy conocemos con personajes tan icónicos e inolvidables como los hermanos Dalton (que aparecieron primera vez en el Integral 1 como los primos de los hermanos Dalton reales) o Rantanplan, el perro más estúpido (y a la vez más divertido) del oeste que se presenta en este Integral 2 enamorando instantáneamente al lector.

Los álbumes incluidos en este integral son los siguientes:

La fuga de los Dalton

Uno de los álbumes más icónicos al mostrarnos por primera vez a los célebres bandidos con su característico traje de presidiario con franjas amarillas y negras en una de las portadas más recordadas. En su huida, harán pasar más de un mal trago a Lucky Luke, que tendrá que usar todo su ingenio para volver a capturarlos.

Misisipi arriba

En pleno auge de la navegación en barcos de vapor por el Misisipi, dos capitanes se jugarán el monopolio de circulación en una carrera hasta el puerto. Ante la certeza de que uno de ellos va a jugar sucio, el otro contrata a Lucky Luke para frustrar los intento de sabotaje y equilibrar la balanza. 

Tras el rastro de los Dalton

Los hermanos Dalton vuelven a fugarse de la cárcel. Pero en esta ocasión, la justicia cuenta con un nuevo aliado en su busca y captura: el perro Rantanplan, cuyo olfato e inteligencia no tienen rival. Bueno, eso del olfato y la inteligencia igual no es tan así…

Supuso la primera aparición de nuestro querido Rantanplan en las aventuras de Lucky Luke.

A la sombra de los derricks

La fiebre del oro negro no podía quedar quedar fuera de las aventuras de Lucky Luke. La historia de cómo un pueblo entero enloquece completamente ante la perspectiva de encontrar petróleo bajo sus pies. Una sátira sobre la codicia y la violencia en una sociedad sin reglas en la que todo vale.

Los rivales de Painful Gulch

Lucky Luke se ve atrapado en la histórica rivalidad entre dos familias de un mismo pueblo a las que la espiral de odio y violencia se les está yendo de las manos. Nuestro vaquero favorito se las tendrá que ingeniar para poner fin a esta insostenible situación.

Aunque esta historia supone la décima colaboración entre Goscinny y Morris, es la primera ocasión en la que los dos autores firman conjuntamente.

Estas cinco historias vienen acompañadas de las coloridas portadas originales Morris, además de un extenso dossier del guionista y crítico de cómic Jorge García con el que se abre el tomo acompañado de ilustraciones, bocetos y fotografías de la época. Todo ello recogido en una lujosa edición en tapa dura, lomo reforzado y tipografía en relieve a las que Norma Editorial ya nos tiene acostumbrados y que hará las delicias de cualquier coleccionista.

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