Reseña: No hay tumba (Skottie Young, Jorge Corona)

Cuando alguien me pregunta cuál es mi película favorita, hay una probabilidad bastante alta de que mi respuesta sea la maravillosa Sin Perdón (Clint Eastwood, 1992). Un western crepuscular tan bello como desolador sobre la violencia que define al ser humano y la tragedia que supone nuestra incapacidad para escapar de ella.
Imagino que fue por culpa de esa película que en cuanto leí la sinopsis de No hay tumba no pude evitar el impulso de hacerme con él y devorarlo. Bueno, eso y que además estaba firmado por mi querido Skottie Young, que tan buenas tardes de lectura me ha dado tanto al guión como al dibujo. ¿Qué más se puede pedir?
No hay tumba nos presenta a Ryder, en otro tiempo una sanguinaria forajida que consiguió dejar atrás su violento pasado tras enamorarse y abrazar la maternidad. Cuando una extraña enfermedad pone en peligro no solo su vida sino todo lo que había construido, Ryder decide luchar de la única forma que realmente conoce: volviendo a abrazar la violencia y enfrentándose con cualquiera que se le ponga por delante, hasta con la mismísima muerte, para conseguir su objetivo.
La más que evidente contradicción está servida desde las primeras páginas: Ryder tendrá que volver a ser un monstruo para recuperar una vida en la que ese monstruo no tiene cabida. En ese caso, ¿quién es la verdadera Ryder, la forajida o la esposa y madre? ¿Realmente podemos elegir quiénes somos o estamos condicionados y condenados por nuestra propia naturaleza? Para responder a estas cuestiones Skottie Young nos plantea una historia en cinco actos: negación, ira, negociación, depresión y aceptación, que corresponden a las 5 fases del duelo de Kübler-Ross. Una estructura que si bien no resulta especialmente original a estas alturas de la partida, está tan hábilmente tejida que casi se siente como la única forma en la que esta historia podría ser contada.
Vale la pena descubrir por uno mismo la correlación temática (e incluso formal) entre los títulos de los diferentes capítulos y su contenido, con decisiones tan acertadas como llevar la negociación a un escenario tan icónico de cierto tipo de western como puede ser un casino flotante o marcarse un sujétame el cubata haciendo de la depresión un capítulo completamente mudo. Todo ello hasta llegar a un capítulo final, la aceptación, que subvierte cualquier expectativa que pudiésemos tener de forma absolutamente brillante y cierra la historia de una manera tan potente como en Sin Perdón, pero a la vez completamente diferente.
Nada de esto funcionaría sin la colaboración necesaria de un Jorge Corona en estado de gracia. El artista venezolano, que ya había colaborado con Young en Soy quien amas en la sombra y Middlewest, realiza el que (al menos para mí) es su mejor trabajo hasta la fecha y nos regala un dibujo crudo y en ocasiones cercano a lo grotesco pero capaz de mutar con cada capítulo para darle exactamente lo que necesita, jugando con los tamaños de las viñetas y las composiciones de las distintas páginas. Corona consigue crear un mundo de pesadilla que, si nos dicen que forma parte del próximo videojuego de Miyazaki, nos lo podríamos creer sin demasiada dificultad.
Norma Editorial ha recogido los 5 números que componen la miniserie original de Image Comics en un elegante tomo de 152 páginas en cartoné que contiene, además de las portadas originales intercaladas en cada capítulo, una muestra del trabajo de planificación de Jorge Corona a través de un buen puñado de diseños preliminares de personajes y localizaciones, algunos de ellos desechados en la publicación final. Se incluyen también pequeñas biografías de los autores, incluyendo al colorista Jean-François Beaulieu y al rotulista Nate Piekos, que recogen también sus obras más relevantes.

Miembro de Reserva de Maná y director de Low Poly. Lector de cómics, cinéfilo, y curioso de la tecnología. Part-time dreamer.