Reseña: Contrapaso – Mayores, con reparos (Teresa Valero)

De vez en cuando llega algún título a las librerías que nos pilla con el pie cambiado y nos asombra de una manera que no podíamos anticipar. Uno de estos libros, en mi caso, fue Contrapaso: Los hijos de los otros. Y no es que en 2021 Teresa Valero no fuese ya una reconocida guionista en el panorama comiquero nacional. Al contrario, en ese momento ya nos había dejado una excelente impresión con propuestas tan distintas como Curiosity Shop o Brujeando. Sin embargo, no estábamos preparados (o al menos yo no lo estaba) para encontrar algo como Contrapaso, que me impactó a todos los niveles y me hizo descubrir no solo a la minuciosa guionista que ya conocía, sino a una dibujante extraordinaria.
El problema viene después, cuando después de rozar la excelencia tienes que enfrentarte a la sombra de tu propia obra y a la montaña de expectativas generadas. Contrapaso, pese a tener un final cerrado, dejaba suficientes hilos abiertos como para anticipar una secuela que,cuatro años después, por fin tenemos entre las manos. En una situación como esta, la pregunta es inevitable: ¿está a la altura?. La respuesta es realmente sencilla, y no nos va a hacer falta desperdiciar ni un segundo pensando en ella: rotundamente sí. Mayores, con reparos no sólo está a la altura sino que en muchos aspectos mejora a su predecesor. Que ya es decir.
Teresa Valero se apoya en una estructura muy similar a la que le funcionó tan bien en la primera entrega: un misterioso asesinato, en esta ocasión un cadáver en una sala de cine con un rollo de celuloide en la boca, será el punto de partida para que nuestros protagonistas, los periodistas Emilio (falangista de convicción y cada día más desilusionado con el rumbo que está tomando el régimen), León (hijo de socialistas y siempre bajo sospecha política) y su prima Paloma (independiente, impulsiva y demasiado progresista para su tiempo) se sumerjan en una oscura y turbia investigación que les llevará por las cloacas morales del Madrid de 1956.
Una investigación que pondrá en evidencia las contradicciones político-sociales de una España que por un lado celebraba el fin de su autarquía y su apertura al mundo, retratada a través del plan Marshall y de los rodajes de producciones norteamericanas plagadas de estrellas, mientras por el otro la represión y la censura, en el propio cine español pero también en la literatura, el periodismo…, seguían a la orden del día. La misma contradicción, a la vista de todos, que permite que un periódico tenga una sección de sucesos cuando la delincuencia no existe oficialmente e impide publicar precisamente las noticias que deberían tener mayor repercusión.
De la misma forma que el primer Contrapaso navegaba en las procelosas aguas de la medicina y de la salud mental y se cruzaba con una trama de corrupción institucional y tráfico de bebés, Mayores, con reparos hace lo propio entrelazando los mundos del cine y la censura (el propio título hace referencia a la famosa calificación por edades que todas las producciones trataban de evitar) con la especulación y corrupción inmobiliaria con la que se hicieron enormes fortunas aprovechando la fuerte inmigración desde las zonas rurales del país.
Sin embargo, Mayores, con reparos brilla más allá de su propia trama. Reforzada por el éxito de la primera entrega, Valero se atreve a dar un paso más allá y experimenta con composiciones más atrevidas, saltos narrativos entre las diferentes subtramas, e incluso con algunos mecanismos narrativos (como una secuencia en varias páginas dobles y 4 voces anidadas cerca de la conclusión) que le otorgan esa frescura que tantas veces se echa en falta en secuelas de este tipo. Tampoco se olvida de los personajes, a los que sigue haciendo crecer en cada página. Personajes con aristas, imperfectos y realistas, todos víctimas de sus propias convicciones, decisiones y contradicciones, sobre todo los principales. Los secundarios adquieren aquí más protagonismo, aunque para evitar una excesiva dispersión no sufren transformación alguna más allá de sus propios arcos.
Otro de los grandes valores de esta entrega, aunque no es nuevo puesto que ha formado parte del ADN de Teresa Valero desde sus primeros trabajos, es la obsesión por el detalle y la fidelidad, apoyados por un impresionante trabajo, casi enfermizo, de documentación. Recreación de localizaciones, personajes históricos, sucesos, habladurías de la época… la cantidad de referencias reales es apabullante. En este sentido, recomiendo muchísimo leer el amplio dossier sobre el proceso de documentación y creación que la propia autora nos regala al alcanzar el final de la aventura.
No quiero finalizar esta reseña sin mencionar el excelente dibujo al que me refería en la introducción. Increíblemente realista tanto en fondos y localizaciones históricas como, sobre todo, en la recreación de personajes con una precisión anatómica capaz de recoger hasta el más pequeño de sus gestos y tensiones cinéticas. Todo ello enmarcado en una línea clara deudora del mejor cómic europeo y acompañado por un color digital que emula a la acuarela que otorga a cada página un aspecto pictórico a la par que cinematográfico, con reminiscencias al estilo de obras mayores como Blacksad y que sienta como un guante para el tono de la historia que plantea.
Siguiendo la pauta marcada por Los hijos de los otros, Norma Editorial presenta Mayores, con reparos en una cuidadísima edición que crece hasta las 196 páginas en cartoné y formato de álbum europeo que incluyen, además del interesantísimo dossier de Teresa Valero mencionado anteriormente, un prólogo a cargo de la escritora Marta Sanz. Si ya disfrutaste de Contrapaso en su día, no se me ocurre ninguna razón por la que no estés leyendo ya su continuación con independencia de esta reseña y si no lo hiciste… este puede ser el momento perfecto para hacerte con ambos y devorarlos de una sentada. Y es que, si tenemos que encontrarle alguna pega a esta lectura, tendría que ser lo dura que se nos va a hacer la espera hasta una tercera entrega que en principio debería cerrar la trilogía.

Miembro de Reserva de Maná y director de Low Poly. Lector de cómics, cinéfilo, y curioso de la tecnología. Part-time dreamer.