Reseña: Earthchild, vol. 1: Tú eres la Tierra y yo la Luna (Hideo Shinkai)
Estamos últimamente muy románticos en esta casa. O al menos yo, porque en las últimas reseñas que he ido publicando los amores y desamores de los protagonistas son el motor principal de su trama: Video Girl Ai, Ranma 1/2… Y ahora es el turno de Earthchild. Y esta es, muy posiblemente, la apuesta más azucarada de todas, así que, si alguno de vosotros no le gusta ver retratada la vertiente más naïf del romanticismo, es muy probable que esta lectura no sea de su gusto. Avisados quedáis, luego no quiero lamentos.
Kareri es una Earthchild, es decir, una «Hija de la Tierra». «¿Esto qué es?», os estaréis preguntando. Pues bien, la Tierra es capaz de dotar a un humano, de manera totalmente aleatoria (¿o quizás nos?) de un poder extraordinario para combatir con una amenaza a escala planetaria que podría acabar con la vida en toda la Tierra. Ahí es nada. Así pues, Kareri es la actual Earthchild y, por tanto, debe proteger el planeta de cualquier eventual calamidad, aunque ello conlleve arriesgar su vida. Por su parte, Reisuke es un estudiante normal y corriente que se cruzara en su camino… y se enamorarán. Sobreponiéndose a mil y un obstáculos, su amor irá triunfando hasta que consiguen crear una familia y… Hasta aquí puedo leer, porque el nacimiento de un nuevo hijo y el ataque de un meteorito gigante van a poner en peligro el futuro esperanzador de esta pareja tan atípica.
Pese a que el comienzo del este manga es algo lento y peca, en general, de una tendencia a la sobreexplicación, a medida que vamos conociendo mejor a sus protagonistas y tomamos el pulso y el tono a la obra, la lectura se agiliza y el universo que va creando Shinkai se va haciendo más rico y estrafalario. Porque sí, Earthchild es una obra rabiosamente romántica, en la que el amor es capaz, aparentemente, de vencerlo todo, hasta las calamidades más desastrosas que podáis imaginar. Y, quizás, ese tono tan optimista es lo que choca en un mercado plagado de historias de amor tortuosas. Pero, como decía antes, Shinkai ha creado una obra totalmente naïf, algo que puede jugar en su contra por ese tono un tanto empalagoso, pero que le da una voz muy personal.
Acompañado por un dibujo de trazo limpio, cuerpos estilizado y rostros expresivos, el mangaka sabe emocionar tanto por su trama como por sus composiciones, regalándonos una historia de amour fou que encandilará a los más golosos del género.
Podcaster en Reserva de Maná, apasionado de la literatura, los videojuegos, la cultura japonesa y mi gato Humphrey. El tanque de Molins de Rey.